Fronteras ingobernables: El reto para el futuro gobierno de Colombia

Ciudadanos venezolanos ingresan a Colombia por el puente internacional Simón Bolívar ayer, lunes 21 de Mayo de 2018, en Cúcuta (Colombia). La frontera de Colombia con Venezuela reabrió hoy con normalidad después del cierre del fin de semana ordenado por e

Ciudadanos venezolanos ingresan a Colombia por el puente internacional Simón Bolívar ayer, lunes 21 de Mayo de 2018, en Cúcuta (Colombia). La frontera de Colombia con Venezuela reabrió hoy con normalidad después del cierre del fin de semana ordenado por e

Ciudadanos venezolanos ingresan a Colombia por el puente internacional Simón Bolívar ayer, lunes 21 de Mayo de 2018, en Cúcuta (Colombia). La frontera de Colombia con Venezuela reabrió hoy con normalidad después del cierre del fin de semana ordenado por el Gobierno del país vecino por las elecciones presidenciales el domingo. Foto: EFE

Narcotráfico, postración social y una migración que crece en número y desespero. Muy lejos de Bogotá, en las narices de Venezuela y Ecuador, reverdece un conflicto con varias puntas.

Y esta violencia no solo ensombrece la seguridad regional, sino la perspectiva de que Colombia consolide la seguridad y el acuerdo de paz en el próximo gobierno.

La derecha dura y la izquierda radical, con visiones opuestas sobre la lucha antinarcóticos y la diplomacia con los vecinos, se disputan el voto antes de la primera vuelta presidencial del domingo.

“El narcotráfico irrumpe en el posconflicto (con las FARC) casi que de manera inesperada”, y las “fronteras vuelven a retomar importancia porque son retaguardias”, dice el general retirado Jairo Delgado, analista y exjefe policial de inteligencia.

Grupos armados se disputan territorios que son claves para el tráfico de drogas que azuza la persecución y prohibición impuestas por Estados Unidos.

En los límites con Venezuela (noreste) y Ecuador (suroeste) , más de 20 000 soldados intentan contener este fenómeno que surgió o se fortaleció tras la paz con la exguerrilla FARC. Además de esos países, Colombia colinda por tierra con Brasil, Panamá y Perú.

“El gran reto es que esas amenazas son trasnacionales, de tipo fronterizo”, remarca Irene Cabrera, investigadora de la Universidad Externado. Y la cooperación para enfrentarlas plantea un desafío.

La realidad con Ecuador 

Con Ecuador, Colombia comparte su segunda frontera más activa. Son 600 km de vías, manglares y selva tropical donde se asientan poblaciones históricamente abandonadas por los Estados.

También los migrantes venezolanos están cruzando el puente Rumichaca desde Colombia, para seguir hacia Ecuador y otros destinos.

Este año el secuestro y posterior asesinato del equipo periodístico de EL COMERCIO, en un punto limítrofe, destapó el poder de la mafia mexicana, que según militares está detrás de los disidentes de las FARC que acabaron con la vida de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra,  y que capturaron a otros dos y han atacado a la fuerza pública de Ecuador.

Tumaco es epicentro de este conflicto. Con 23 148 hectáreas (16% del total) , es el municipio con más coca cultivada en el mundo y forma parte de la ruta del Pacífico por donde sale la mayor cantidad de droga hacia Estados Unidos. Al menos 12 grupos se enfrentan allí por el control territorial.

“Estas organizaciones operan en anillos muy pequeños, con funciones muy específicas y eso ayuda a su camuflaje”, sostuvo la investigadora Cabrera.

Y lo más grave: cuentan con un potencial ejército de jóvenes dispuestos a morir a cambio de dejar la miseria. “Ellos quieren disfrutar unos cinco años, así sepan que van a morir. Es la mentalidad de la falta de oportunidades”, dice el sacerdote de Tumaco Arnulfo Mina.

Pese al recelo de Ecuador, Colombia podría consolidar “una cooperación mucho más eficiente, para desarrollar operaciones conjuntas que son las que permiten un verdadero control bilateral”, agrega el general Delgado.

Una alternativa que está prácticamente descartada con Venezuela.

El enredo con Venezuela

Separados por 2.219 km de desierto, selva, ríos, pasos clandestinos y puntos densamente poblados, Colombia y Venezuela se alejan diplomáticamente. Bogotá encabeza la presión externa contra el reelecto gobierno de Nicolás Maduro.

Pero el problema está en la frontera, una de las más activas de América Latina, según Ronal Rodríguez, del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.

“Antes eran los venezolanos los que se quejaban de que el conflicto colombiano podía contagiar a Venezuela, ahora es la inestabilidad política, económica y la crisis humanitaria (en su país) las que contagian a Colombia”, sostiene.

Nunca antes este país -que por cuenta del conflicto tiene 311 000 refugiados en el exterior o en trámite de serlo- había recibido una migración semejante.

En los dos últimos años han llegado 762 000 venezolanos, y 518 000 de ellos pretenden instalarse en Colombia, según el gobierno.

Pese al esfuerzo por ofrecer condiciones a la diáspora venezolana, muchos se están enrolando en grupos armados, advierten Rodríguez y el general Delgado.

En la frontera hay contrabando de mercadería y gasolina subsidiada de Venezuela, que se emplea en la fabricación de cocaína. Hasta 2016, en el lado colombiano, se concentraba el 15% de las 146.000 hectáreas de hoja de coca sembradas en Colombia.

Por Venezuela salen toneladas de cocaína hacia Europa y África, coinciden expertos y autoridades.

Cuando se disolvieron las FARC, el Estado no copó inmediatamente las zonas dejadas por los rebeldes. Los rebeldes del ELN -en diálogos de paz- y los Pelusos -remanentes de la extinta guerrilla maoísta del EPL- se disputan esas áreas.

La población, que sufre el confinamiento impuesto por esta lucha, siente como un fracaso el plan oficial que les prometía dinero y obras para que sustituyeran los plantíos ilegales.

“Aquí se vive en abandono, las vías de acceso son nulas (...) Y a esto se le suma la presencia militar, que ha sido la única respuesta del Estado”, dice Robinson Salazar, líder social de la región fronteriza del Catatumbo.

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