Washington. DPA
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ni siquiera intentaba disimular su enfado. Sus labios prietos hablan rápido, disparan como una metralleta.
Fue la segunda vez en una semana que comparecía ante las cámaras por los graves errores de sus agentes del servicio secreto. Y precisamente ahí donde se le puede hacer más daño, en el ‘frente terrorista’. Un año después de su llegada a la Casa Blanca, la realidad ha acabado acorralándolo.
“Lo tenemos que hacer mejor, lo vamos a hacer mejor y lo tenemos que hacer rápido. La vida de estadounidenses depende de ello”, dijo. Cada frase era una bofetada en la cara del Jefe de los servicios secretos. Algunas fuentes internas señalaron que en las salas a prueba de escucha en la Casa Blanca, Obama fue al grano con los responsables y empleó un lenguaje mucho más duro. Pero el presidente sabe que el ‘frente terrorista’ es su telón de Aquiles.
La responsabilidad de la seguridad de los estadounidenses no está en otras manos que en las suyas, como Comandante en Jefe.
Y es que en realidad la dimensión de los errores de la CIA deja perplejo a cualquiera. Y no se trata solo del ataque al avión, sino que todavía molesta otro escándalo: la muerte de siete agentes de la CIA en un campamento de Afganistán. Resulta casi vergonzoso. Al parecer, los hombres de la CIA dejaron entrar sin registrar a un informante que iba a ayudarles a encontrar al ‘número dos’ de Al Qaeda, Ayman al Zawahri. El hombre se inmoló con explosivos que portaba consigo y mató a los agentes.
El otro problema de los servicios es la negligencia en la evaluación de la información sobre el atentado del avión, que podría haber costado la vida a los 300 pasajeros que volaban a Detroit.
Ya antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 hubo indicios y avisos que no fueron considerados. Las consecuencias fueron catastróficas. Obama sabe que tiene que actuar. Desde el frustrado atentado parece que está contra las cuerdas.
Y la oposición ya tomas cartas en el asunto. El ex vicepresidente Dick Cheney, uno de los principales cerebros del gobierno de George W. Bush, no ha dudado en atacar con su argumento estándar: mientras estuvieron en la Casa Blanca no hubo ningún atentado más tras el 11-S. La política de Obama de prohibir la tortura, cerrar Guantánamo y poner fin a los tribunales castrenses es, en su opinión, irresponsable.
Obama está bajo presión. Su decisión de no devolver en el futuro a ningún preso de Guantánamo que fuese de Yemen a su país de origen va en la dirección de las exigencias republicanas. Aunque Obama ha insistido en que quiere mantener su decisión de cerrar Guantánamo; cuándo ocurrirá, es cada vez más incierto. Una de sus promesas electorales comienza a tambalearse. Y el verdadero dilema del Presidente es que sabe que no hay una seguridad fiable al 100%. “La labor de los servicios secretos no es perfecta por naturaleza”, señaló. Dicho de otra forma: EE.UU. tiene que vivir con el miedo al terrorismo.