El fotorradar de Nayón es el campeón en cazar multas

El fotorradar está ubicado aproximadamente 50 metros al norte del ingreso a Nayón. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

El fotorradar está ubicado aproximadamente 50 metros al norte del ingreso a Nayón. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

El fotorradar está ubicado aproximadamente 50 metros al norte del ingreso a Nayón. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Es un cazador de infracciones, el verdugo de los amantes de la velocidad excesiva en las vías. El fotorradar ubicado en la avenida Simón Bolívar, en el ingreso a Nayón, es el dispositivo que más multas ha generado en lo que va del año, de los 18 que operan en Quito.

Se ha ganado a pulso la fama de ser el fotorradar más temido. Desde el 1 de enero al 22 de marzo registró 3 520 infracciones, casi el doble de las captadas por el aparato que ocupa el segundo lugar en la misma vía, en la Casa de la Selección.

En ese período, el fotorradar de Nayón multó a un promedio de 42 conductores al día. Cada uno de ellos, pillados por manejar a más de 90 km/h, debe cancelar una multa de USD 109,8. Y si pasó los 120 km/h, la sanción es de USD 366.

De allí el odio que algunos usuarios tienen contra estos aparatos. Hay fotorradares que han sido apedreados, otros bañados con pintura, incluso al momento dos se encuentran fuera de servicio debido a las agresiones: la cámara de uno de ellos fue destruida y el otro incluso fue abaleado.

Basta detenerse en el ingreso a Nayón para constatar la cantidad de infractores. El lunes, a las 15:45, en 15 minutos, ocho vehículos hicieron que la cámara del radar se activara debido al exceso de velocidad.

¿Qué es lo que llevó al fotorradar de Nayón a convertirse en el monarca de las multas?

Jesús Gómez, técnico en movilidad, explica que la razón gira en torno a su ubicación, a la señalética e incluso al paisaje.

Gómez asegura que hacen falta señales adecuadas antes de llegar al radar. El Reglamento Técnico Ecuatoriano INEN especifica que debe instalarse un letrero de advertencia que sea visible al menos 200 metros antes de un radar. En la entrada a Nayón no existe ese letrero. Además, se debe informar sobre el límite de velocidad en la zona, tanto en los costados de las vías como en la calzada. Esto último no existe ahí.

Otra de las razones para que el radar de Nayón sea el número uno es la inclinación de la calzada. Luego de la última curva, sentido sur-norte, la vía es de bajada, lo que inconscientemente hace que el conductor aumente su velocidad. Gómez explica que la velocidad que escoge un conductor se determina por la apariencia de la vía. En este caso, tiene tres carriles, parterre y es una recta sin construcciones a los costados, lo que motiva al usuario a presionar el acelerador.

Alfredo Viteri, experto en movilidad, aporta otra razón: la irresponsabilidad del conductor, que a pesar de saber que hay un límite y que sobrepasarlo podría significarle no solo una multa sino un accidente, igual lo hace.

Para entender un poco la peligrosidad de la velocidad, Gómez da un ejemplo: Si un auto en perfectas condiciones viaja a 90 km/h y debe frenar por alguna emergencia (cruce de un animal, persona o auto) la distancia de reacción (el tiempo que se tarda en presionar el freno), es de 37,5 metros, y la distancia de detención del auto (una vez presionado el freno) será de 42 metros. Es decir, se detendrá en 79,5 metros. Mientras que un auto que circula a 50 km/h parará en 35.

Los nuevos aparatos que empezaron a multar desde el 1 de marzo en la Panamericana Norte, Mariscal Sucre y Ruta Viva, también pasan factura a los conductores. En 28 días, el que está ubicado en el km 11 de la Ruta Viva, sentido Quito-Aeropuerto, captó 721 faltas.

El año pasado, los ocho primeros fotorradares de la Simón Bolívar identificaron 44 534 infracciones. En lo que va del 2016, los 18 fotorradares han registrado 13 137.

¿Cómo evitar las sanciones? La solución de Viteri no tiene nada que ver con romper el radar sino que es más sencilla: “salga temprano”.

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