Las protestas contra el gobierno de Lucio Gutiérrez se realizaban en las noches, después de las horas laborales. Foto: Archivo / El Comercio
Han pasado 10 años de las revueltas que terminaron con el gobierno de Lucio Gutiérrez y la palabra “forajido” ha quedado en el pasado. Tras una década, los ciudadanos que participaron en la revuelta y que defendieron el ideal de “que se vayan todos” se dividen entra las sensaciones de triunfo o de traición ante las actuaciones del actual Régimen.
Sus rostros se han envejecido en una década. Pero coinciden en que el espíritu del pueblo quiteño que salió a las calles a protestar en contra del gutierrismo sigue presente.
Paco Velasco, quien fue locutor de La Luna, la radio clave para congregar a los quiteños, está retirado de los cargos públicos. Dejó su cargo al frente del Ministerio de Cultura en septiembre, pero asegura que no ha dejado la política.
Desde La Luna, él abrió los micrófonos para que la gente se queje y proteste contra Gutiérrez. Ahora, rescata el historial de insurrección de los quiteños y cree que la gente está satisfecha con el actual Régimen.
“Hay que diferenciar. Una cosa era Gutiérrez y otra cosa es Rafael Correa. No puede comparársele con Jamil Mahuad o Abdalá Bucaram. Una cosa es un error, un desacierto, una falla y otra distinta es una traición”, señala.
“Traición” es justamente la palabra que usaron los forajidos. Hablaban de un Gobierno que hacía exactamente lo contrario a lo que ofreció. Pero es la palabra que ahora también se usa contra Correa.
Manuela Gallegos es una de las personas que salió a las calles en 2005. Es dueña de un hostal en La Mariscal y tuvo un fugaz paso por el Gobierno actual. Ahora, habla de decepción.
“El Régimen actual fue posible por ese momento (revuelta de los forajidos). Las cosas han terminado totalmente en lo contrario y se ratifica que el poder es el que tiene la razón. Es la antítesis de por lo que nosotros luchamos”, sostiene.
Una de las peticiones que los forajidos plantearon con sus propuestas fue una Asamblea Constituyente para que elaborara una nueva Constitución, que no se concretó en el gobierno de Alfredo Palacio, el vicepresidente que asumió después de Gutiérrez.
En el 2006, Rafael Correa se postuló a la Presidencia con esa iniciativa. Incluso se presentó solo con su binomio, sin candidatos para diputados.
“El Congreso Nacional era uno de los blancos del hartazgo en la gente. Entonces surge una fuerza política, Alianza País, que va estructurando una propuesta de cambio. Si medimos eso con lo que los forajidos querían vemos que en parte se corresponde y en otra no”, asegura Marco Navas, catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar.
Sin embargo, el jurista considera que la Carta Política muestra una contradicción, pues favorece al hiperpresidencialismo y la participación ciudadana. Para Velasco, la Asamblea Constituyente del 2007 responde a una petición popular que venía desde el retorno a la democracia en 1979 y que no fue respondida con la Carta Política de 1998. Esto se concretó con Correa, y su proyecto político.
En la misma línea, Paco Salazar, fotógrafo que registró la revuelta de los forajidos desde el interior, sostiene que la Constitución de Montecristi recoge la diversidad de pensamiento que este grupo, que no fue una organización política. “Lo que entra en crisis con los forajidos es el sistema de partidos. Por ello, el ganador es Correa y su proyecto político. El proyecto de transformación que lleva adelante ha tenido el sur adecuado”, asegura.
Gallegos, en cambio, señala que la consulta popular de 2011 fue una de las muestras de la separación de los ideales forajidos. “Fue el inicio del desarme de lo que habíamos ganado con la Constitución, y de allí en adelante ha venido adaptándose con una Asamblea Nacional obediente”, sostiene.
La Constitución de Montecristi -sostiene Navas- es una hoja de ruta de los cambios que el pueblo pidió hace 10 años, por lo que este aniversario puede servir para reflexionar sobre qué se está haciendo en torno a esas transformaciones.
En ese contexto, se prepara una nueva movilización contra las políticas del actual Régimen. Es la cuarta marcha a la que se suman amplios sectores sociales en ocho meses.
Para Velasco, estas marchas no tienen nada que ver con las movilizaciones de los forajidos; no es la misma gente. Repite que Correa puede cometer errores, pero no traición. Mientras, Gallegos se prepara para marchar el 1 de mayo en contra de un Régimen por no representar aquello en lo que creyó.
En contexto
Lucio Gutiérrez asumió la Presidencia el 15 de enero del 2003 y se mantuvo en el cargo hasta el 20 de abril del 2005. Sostiene que fue víctima de un golpe de Estado, organizado desde Venezuela y Cuba. Su vicepresidente, Alfredo Palacio, asumió el cargo.