Las cifras que se manejan en torno al tránsito en el Distrito Metropolitano sorprenden. Diariamente, en promedio, se realizan 3,6 millones de viajes motorizados; de estos, 2,6 millones de realizan en los diversos sistemas de transporte público: convencional urbano e interparroquial, Metrobús, escolar e institucional. El resto corresponde al privado.
Estas cantidades son parte de la Encuesta Domiciliaria de Movilidad del Distrito Metropolitano de Quito elaborado para el Municipio de Quito, en el 2012. Se lo hizo como parte del proyecto Metro.
Pero por fuera del volumen que puedan significar, estas cifras registran una realidad en el desplazamiento de los habitantes de Quito y del resto del Distrito Metropolitano. Esto se refleja principalmente en los congestionamientos que, pese a medidas como el pico y placa, son una realidad para conductores y pasajeros.
Por ejemplo, lo que ocurre en El Playón de La Marín no es igual a lo que pasa en la zona de influencia de la avenida Naciones Unidas. En el primero, el tránsito está marcado por las unidades de transporte público que trasladan a los pasajeros que llegan desde el sur y en el valle de Los Chillos. Se trata de un sitio de partida o de transbordo para estudiantes, trabajadores y empleados.
El segundo, en cambio, cumple el efecto contrario entre las 06:45 y 09:00, es punto de llegada de buena parte de personas que se embarcaron en La Marín. Similar situación ocurre desde el norte. Hay una razón para esto, en el centro-norte está la mayor cantidad de puestos de empleo 319 247 de 872 847 (37%), según la encuesta domiciliaria.
Esto se suma a los negocios propios y a la infraestructura educativa existente en la zona que incluye universidades, colegios y escuelas.
En los próximos dos meses, los quiteños sentirán un “alivio” en el tránsito de la ciudad. Hay una razón para esto: el período vacacional. Del total de desplazamientos diarios, los que se realizan por estudios corresponden al 32,5%, mientras que el trabajo abarca el 31,19%.
Estas particularidades del centro-norte también inciden en la periferia de Quito: valles de Los Chillos y Tumbaco y el noroccidente, que inciden en la carga de vehículos en la mañana, tarde y en la noche, que soportan las diferentes calles y avenidas, particularmente en las llamadas horas pico.
Solange Tobar, estudiante universitaria, la usa de lunes a viernes por motivos de estudios. Parte de su casa, a la altura del puente 3, para llegar a su institución educativa, en la av. 12 de Octubre, en un período no menor a hora y media.
Ella sale a las 06:30 de su casa para llegar a la universidad a las 08:00. Por las mañanas esta ruta le toma hora y media, por la tarde (14:00) este viaje lo realiza en 40 minutos. El tramo más complejo de la autopista Rumiñahui está entre el peaje y en El Trébol. Por esta vía circulan 66 441 vehículos de carga liviana (automóviles), mediana (buses) y pesada.
La Mariscal Sucre tiene su particularidad por la presencia de sectores comerciales como El Tejar y La Merced. Por esta avenida circulan 72 495 vehículos al día. La congestión se acentúa los martes y jueves. Se requieren entre 15 y 25 minutos para recorrer menos de 2 kilómetros, de San Diego al redondel de Miraflores.
Estas demoras también se dan por el tipo de vías que existen en la ciudad. Lo que sucede en el tramo desde Calderón hasta el intercambiador de Carcelén lo demuestra. La existencia de un cuello de botella aumenta la congestión.
César Arias señala que aquellas vías que se consideraban alternas dejaron de serlo desde algunos años, pues la movilidad en Quito tenía un efecto parecido a la fuga del agua, cuando se quería transitar por una vía y había congestión, se tomaban otras, pero ahora esa ya no es una opción por el incremento vehicular.
Él insiste en mejorar el transporte público para disminuir los tiempos de desplazamiento.