El Desfile de las Identidades se realizó el sábado. Arrancó en la plaza Alegría y terminó en la plaza de Cotocollao. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
Va más allá de los grandes conciertos y desfiles del programa oficial de las fiestas de Quito. Es una forma de celebrar que se centra en el vecino, en la plaza, en el trompo… La comunidad, desde el barrio, también se organiza para elogiar a la capital en los 483 años de su fundación.
Como parte de la agenda que el Municipio lleva a cabo se desarrollarán 81 actividades dentro de La Movida Barrial, que consiste en la realización de yincanas, ferias de dulces tradicionales, campeonatos de vóley, serenatas, exposiciones, juegos populares y más de 50 bailes barriales.
Los últimos cuatro años ha habido una disminución en el presupuesto destinado para las fiestas. En el 2014, fue de USD 4,8 millones, en el 2015 de 2,8 millones, en el 2016 bajó a 1,6 millones y este año se ubicó en 1,4 millones.
Según el concejal Sergio Garnica (independiente), de la Comisión de Educación y Cultura, eso se debe a la crisis que afecta a todo el país y asegura que se ha realizado una correcta planificación para no afectar el número de eventos que se llevarán a cabo, y se ha dado prioridad a los actos cercanos a la gente, los programas de los barrios.
En La Ballica (El Placer) se festeja jugando a los ensacados, a la rayuela y al baile del tomate. También, organizan torneo de canicas, campeonato de 40, carrera de coches de madera y, por si fuera poco, elegirán a la quiteña bonita.
Diana Pilaluisa, líder del barrio donde viven unas 500 personas, cuenta que todo lo hacen con autogestión. Organizan encuentros deportivos los sábados y domingo para sacar fondos y realizar los festejos a la capital, pero también agasajos en Navidad y Año Viejo.
En Bellavista de Calderón, celebran a Quito ensuciándose las manos. Cecilia Gaybor, líder de la comunidad, cuenta que el próximo sábado unas 200 personas de 10 barrios del sector entre ellos Bosque 2, Arco Iris y El Sol Norte, se unirán para realizar una minga.
Para ellos no hay mejor celebración que pasar una mañana con pico y pala en mano, compartiendo con los vecinos y embelleciendo la zona para el baile de la noche.
En Toctiuco, eligen a la quiteña bonita quien será la encargada de buscar los auspicios para poder hacer festejos de Navidad para los niños.
Además, los moradores ofrecen una serenata a la ciudad. José Vicente Calderón, presidente, cuenta que los niños son quienes elaboran los adornos para colocar en las calles.
También, hacen mingas y adecentan calles y espacios verdes. La semana pasada los vecinos de Balcón Quiteño pintaron los graderíos.
En la Roldós la gente tomó al toro por los cuernos y están organizando un desfile que recorrerá 15 cuadras para el 2 de diciembre. Este saldrá desde el estadio de Cangagua hasta la Casa Somos.
Geovany Novoa, miembro del Colectivo Cultural Vientos del Norte, cuenta que en ese barrio abundan los talentos por lo que han conformado agrupaciones de arte andino, baile tradicional, géneros urbanos y más…
El sábado pasado los vecinos del norte se volcaron a las calles para mostrar su cariño a la ciudad en el Desfile de las Identidades, con la participación de 2 000 personas.
José Cóndor, representante de las bandas de pueblo de La Ofelia, cuenta que se prepararon para este evento con un repertorio de danza. Su banda se llama Brandis Band y está conformada por 12 músicos, de entre 14 y 58 años. Tocaron el danzante, el sanjuanito, las tonadas… Pero admite que antes, la participación era mayor.
Juan Paz y Miño, historiador, recuerda que desde 1961, cuando se comenzó a festejar a Quito, la gente empezó a organizarse y a llevar a efecto desfiles y juegos tradicionales. Se embanderaba la ciudad, se adornaban con flores los balcones, incluso esos días, el periódico Sábado sacaba una página de piropos a las quiteñas.
Según Paz y Miño esas tradiciones comenzaron a perderse a partir de los años 80, con el crecimiento de la ciudad.
De eso da fe Alejandro Tipantaxi, de 65 años, morador de la parroquia de La Magdalena. Para él el problema es que la gente se acostumbró a esperar que el Municipio intervenga en la celebración, y dejó de trabajar en la organización.
Recuerda que hace 30 años, en las esquinas se formaban comités de vecinos, se organizaba el canelazo. Él es músico y estas fechas llevaba serenatas a la Ferroviaria, Villa Flora…
Extraña los tiempos en los cuales se organizaba la carrera de tablas en Los Dos Puentes. Como la calle era empedrada, untaban sebo o cáscara de plátano en una tabla y se deslizaban fácilmente.
En los bailes las familias hacían pirámides y la más grande se llevaba una botella de canela. En cada barrio se hacía una humorada. “Era una noche de vecindad. Hoy, ya pocos se conocen”, dice con melancolía Tipantaxi.