Redacción Siete Días
Con apenas 8 años de edad, cuando el pequeño Felipe Luzuriaga entró al Conservatorio, no sabía que el instrumento que tenía en sus manos, un violín, se convertiría en su principal compañero de viaje en la vida.
Mi nombre es Felipe Luzuriaga y soy músico, un violinista, que está todo el tiempo buscando nueva música y haciendo nuevas cosas en la música, a través de sentimientos, de emociones y del arte. Soy una persona de familia, me encanta estar con mi esposa y mis sobrinos.
Me gusta mucho el silencio. A pesar de que mi vida es la música, lo aprecio mucho. La música para mí es transmitir emociones a un público o compartir con otra persona.
El violinista quiteño, concertino de la Orquesta Filarmónica del Ecuador, se aleja de la etiqueta, del traje negro con corbatín, del academicismo clásico de compositores como Beethoven y Bach y muestra su otra faceta: la del melómano regular, que se conecta con la música popular, los ritmos tropicales, el rock y Pink Floyd…
El músico académico posee un estigma de estar centrado exclusivamente en la música clásica, ¿es tanto así?
Ha habido una división histórica ente música académica y popular, pero el medio musical del país se está encargando de quitar ese estigma y de romper esa separación. En mi caso, mi carrera me ha llevado a una técnica personal que me permite desenvolverme en los dos ámbitos.
¿Cuándo apareció la música popular en su formación?
El rock llegó con la adolescencia. Me compré un bajo Gibson para tocar en una banda con mis amigos. Estaba de moda el ‘grunge’ (un género derivado del rock, nacido en Seattle), así que tocábamos varios temas de Nirvana, pero también tocaba algunas cosas más pesadas como Megadeth, Iron Maiden y Metallica. En mi vida había dos mundos: la música clásica y el rock pesado.
¿No intentó mezclar estos dos mundos?
Yo tocaba el violín y el bajo en bastantes bandas en esa época, en las que fusionábamos rock, jazz y música ecuatoriana.
¿Estos mundos se chocan?
A veces la música académica se encasilla demasiado y los otros tipos de música se convierten en algo casi prohibido. Aunque recuerdo poco del inicio de mi formación profesional, me parece superimportante considerar a la otra música dentro de la docencia, para que no se separe de la gente común.
¿Hay un conflicto técnico al mezclar estos dos géneros?
Hay músicos académicos que consideran que la música popular, como el rock, no es suficientemente buena ni tiene la misma calidad que la académica, lo cual no comparto. Hay muchos géneros populares, como la música tropical por ejemplo, que tienen su dificultad en la interpretación.
Se podría pensar que el violinista vive en una nube musical todo el tiempo; sin embargo, cuando llega a casa hace descansar a su oído y busca el silencio.
Aunque todavía, si su humor le permite, busca en su estudio entre las decenas de discos originales de compositores como Mozart o Brahms a Pink Floyd, su banda preferida.
¿Como director de la Orquesta Sinfónica Infantil, cómo logra romper con ese estigma entre los géneros?
Trato que mis alumnos no tengan esa división tan marcada de los géneros. Hace poco hice un arreglo de Wish you were here, de Pink Floyd, para que los niños y jóvenes de la orquesta la interpretaran y funcionó muy bien.
¿Esta banda ha influido mucho en su vida musical?
Me ha hecho sentir una gran infinidad de cosas. Sus obras tienen algo que me emocionan y que no me cansa. Aparte de ser excelentes músicos, manejaban grandes conceptos en sus obras con mensajes fuertes, música emotiva y muchos elementos artísticos. Quizás por ello este tipo de músicos no se repita con regularidad.
¿Cuál sería su equivalente para Pink Floyd dentro de la música clásica?
Resulta un tanto difícil elegir a uno, ya que la música clásica tiene cientos de años más de vida que el rock o el pop. Los nombres de Bach y Brahms resaltan sobre otros como Mahler o Stravinsky, pero definitivamente siempre vuelvo a Mozart, que es mi favorito.
Como músico profesional, ¿le resulta difícil escuchar otro tipo de música? ¿Se ha vuelto demasiado exigente?
Antes era mucho más cerebral y trataba de encontrarle una justificación de calidad a la música que prefería escuchar y desechaba música porque consideraba que no era lo suficientemente ‘buena’. Sin embargo, hoy la escucho. Ahora, me pasa como a todo el mundo, que escucho algo y me gusta y en realidad no sé por qué. La música ahora me capta más por el lado emocional.