De la favela a Petrobras: Foster, una presidenta arrollada por la corrupción

Maria das Graças Foster  salió de la presidencia de Petrobras en Brasil. Foto: AFP

Maria das Graças Foster salió de la presidencia de Petrobras en Brasil. Foto: AFP

María das Graças Foster salió de la presidencia de Petrobras en Brasil. Foto: AFP

En la favela en la que creció, Graça Foster buscaba entre la basura botellas y latas para costear sus estudios y llegar lejos.

Los años y el esfuerzo la hicieron la primera presidenta de Petrobras, cargo que ahora abandona en medio de un escándalo de corrupción.

Foster tenía 20 años cuando comenzó a labrar su carrera en Petrobras, subió cada escalón hasta el mando de la empresa, que asumió hace tres años.

María das Graças Foster prefiere que la llamen Graça. A sus 61 años, es casada y tiene dos hijos. Es amante del rock de The Beatles y Janis Joplin, hincha por el club Botafogo y ya desfiló varias veces en el carnaval de Rio de Janeiro. Asegura tener tatuajes "en lugares que la ropa impide mostrar". Hay quien dice que tiene en el brazo tres grandes estrellas del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), el partido de la presidenta Dilma Rousseff.

Fue Dilma, su amiga de años, quien la colocó en el cargo en 2012 y es ahora quien le informó de su salida, un mes después de ratificarla exaltando su "ética". El próximo presidente de Petrobras, una empresa de capital abierto bajo control estatal, se definirá el viernes cuando se reúna el Consejo de Administración.

Foster, una ingeniera química con estudios en Economía, asumió en febrero de 2012 como la primera presidenta mujer de Petrobras, el más alto escalón en su carrera que inició como pasante en 1978. Así, la ahora ex presidenta de Petrobras combina su historia de éxitos profesionales con una infancia dura en las favelas de Rio de Janeiro.

Hasta los 12 años vivió y trabajó en esas zonas empobrecidas y violentas, "recolectando papel, botellas y latas que vendía para comprar material escolar" y ayudar a su familia, según contó en una ocasión el diario Valor. Conocida por su fuerte temperamento -llegó a ser comparada por esto con Rousseff- y su fama de trabajadora infatigable, Foster se precia de conocer al dedillo Petrobras gracias a su larga trayectoria en la empresa.

Llegaba muy temprano a su oficina y salía muy tarde en la noche, incluyendo fines de semana. Lejos de ser una espectadora, centralizaba buena parte de las operaciones de la mayor empresa de Brasil. "Soy extremadamente disciplinada, trabajo y estudio mucho hasta para una conversación simple. Por eso exijo", dijo en un foro en 2012.

Por eso, el mercado exigió desde que se destapó la olla de corrupción la cabeza de Foster, cuya "mano de hierro" quedó en entredicho. "Todo ocurrió frente a sus narices. O estaba participando o es incompetente, porque faltaron mecanismos de control interno dentro de la empresa", dijo a la AFP el analista Andre Leite, de TAG Investimentos.

Tan pronto surgió el rumor de la salida de la presidenta Foster, las acciones de la estatal se dispararon más de 15%. Petrobras venía de una semana negra en la que había perdido valor bursátil por más de 9.000 millones de dólares y dos agencias calificadoras le bajaron la nota crediticia.

La relación entre Foster y Rousseff se remonta a 1999, cuando Dilma era secretaria de Energía del estado de Rio Grande do Sul (sur). Desde entonces, Rousseff depositó su confianza en ella asignándole mayores responsabilidades conforme fue ascendiendo en su vida pública. "Creo que hay un clima muy difícil para ella (...) pero no por eso la voy a sacar. ¿A quién le interesa sacar a Graça Foster? ¿Qué hay por detrás? ¿Por qué voy a interrumpir ese proceso (de investigación que Foster lidera)?", consideró Rousseff.

Petrobras lleva adelante una investigación interna y enfrenta una carrera contrarreloj para entregar a tiempo su balance anual auditado y evitar entrar en default. Foster dijo que llora "como cualquier persona". En una audiencia en el Congreso el 11 de junio de 2014, su rostro afilado se llenó de lágrimas al hablar de las sospechas de lavado de dinero.

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