Familias recuerdan a cuatro marinos que perdieron la vida en Mataje

Francisco Miranda habla sobre la vida de su sobrino Jairon Sandoval Bajaña. Foto: EL COMERCIO

Francisco Miranda habla sobre la vida de su sobrino Jairon Sandoval Bajaña. Foto: EL COMERCIO

Francisco Miranda habla sobre la vida de su sobrino Jairon Sandoval Bajaña. Foto: EL COMERCIO

En la casa donde vivía el cabo segundo Jairon Sandoval Bajaña, de 25 años, resalta una lona que copa la mitad de una pared. Ahí está una fotografía que rememora dos de sus pasiones: la Armada y el fútbol.

Ese momento fue retratado a finales del 2017. El joven aparece con otros siete compañeros de la compañía 113 de la Marina, ubicada en San Lorenzo (Esmeraldas). Allí trabajó los últimos dos años y medio, de los cinco que formó parte de la institución.

El grupo fue fotografiado tras un partido de fútbol; en la pancarta se leen leyendas como estas: “Te vamos a extrañar camarada y buen amigo” o “descansa en paz, ‘Rica Pelota’”.

Su madre, Ericka Bajaña, cuenta que el apodo de ‘Rica Pelota’ se originó por su buen desempeño en la cancha, lo cual era reconocido por sus colegas de uniforme y amigos de barrio en la ciudadela Rosa María, en Milagro (Guayas), donde habitó toda su vida.

También era llamado por sus familiares y allegados como ‘Negro’ y ‘Chivo’. A 42 días de su fallecimiento, sus tíos y primos lo recuerdan como un hombre alegre y responsable con su carrera.

Ese 20 de marzo, junto a Jairon también murieron los marinos Alfredo Mosquera, Jordan Cedeño y Wilmer Álvarez.

Los familiares de Jairon visten camisetas negras. En el pecho se destaca un corazón que encierra el rostro del cabo segundo. La madre cuenta que el marino era un apoyo para su hogar, en el que ella quedó como cabeza hace 15 años, cuando falleció su esposo.

Con un retrato en sus manos y entre lágrimas, relató que su hijo siguió el ejemplo de su tío Francisco Miranda, un suboficial retirado. Días antes del ataque, Jairon ya había dicho que desde febrero la frontera estaba caliente. “Había situaciones tensas y me preocupé. Por eso le dije que se cuidara”.

Su tía, Amarilis Bajaña, cuenta que cada vez que su sobrino salía franco se reunía con sus primos y amigos para ver los partidos de Barcelona. Había ocasiones en que iba al estadio.

En la casa del oficial Alfredo Mosquera también hay recuerdos. El día del atentado, antes de salir al patrullaje, llamó a su esposa Martha Erazo a eso de las 08:00 y le pidió que cuidara de Mateo, su hijo de 10 años, el único varón de cuatro hijos que tuvo con su esposa.

“Me dijo que todo estaría bien y colgó, mientras yo viajaba a Esmeraldas”, recordó la esposa luego del suceso.

El domingo anterior, el marino también llamó a su madre de crianza María García Tenorio.

“Me saludó atento como era él y le dije que no fuera a meterse al monte. Solo me indicó que todo estaba tranquilo y cerró la llamada telefónica”, cuenta la mujer de 75 años de edad, quien vive en Guayaquil.

En esa ciudad fueron enterrados los restos de Sergio Elaje Cedeño, de 23 años.

Su padre, Sergio Elaje Olaya, fue su modelo, pues es un cabo jubilado de la Policía Nacional.

Justamente, el joven había planificado ir a Babahoyo el 24 de febrero para festejar el cumpleaños de su progenitor. No obstante, las obligaciones laborales lo impidieron. Solo alcanzó a pagar el mariachi para la fiesta.

De los cuatro marinos, el último que falleció fue Wilmer Álvarez, quien tenía cuatro hijos con Marjorie Napaz.

Los niños tienen 13, 10, 4 y 2 años. Se encuentran estables, pero aún esperan que su papá regrese. Él los visitaba cada 22 días. Ese era el tiempo que pasaba trabajando en San Lorenzo. Luego salía y descansaba ocho días. Durante ese tiempo salía con sus hijos a las playas de Esmeraldas, la ciudad donde residía.

También les llevaba a la piscina y a comer mariscos en restaurantes. Esos detalles los recuerdan sus hijos y su esposa.

Ahora ellos viven en Quito, pues la familia entera se mudó a la capital para acompañar a Wilmer en el proceso de recuperación en el Hospital Militar, pero no pudo más y falleció.

Los niños entraron a estudiar en el Liceo Naval y la Marina les dio un departamento en el sur de Quito. En ese lugar no pagan arriendo, solo los servicios básicos. Esos beneficios durarán un año.

Por eso, Napaz espera que hasta que termine ese plazo, el presidente Lenín Moreno cumpla con su promesa, pues el Mandatario visitó a Álvarez en el Hospital Militar, le dijo a Napaz que no se preocupe por su familia y le prometió regalarles una casa. Otro ofrecimiento fueron becas para el estudio de los pequeños.

Los infantes ahora pasan una hora semanal con la psicóloga.
Napaz y su suegra también reciben ayuda. Las dos preparan una misa para el sábado 5 de mayo. Ese día se cumple un mes de la muerte del marino.

En Esmeraldas también se alista otra eucaristía. “Aún creo que está trabajando, pero cuando miro su uniforme camuflaje y sus botas en el armario, sé que ya no está entre nosotros”, comenta Jahaira Nazareno, hermana de Wilmer.

Encender una vela todas las noches para pedir consolación a Dios se ha convertido en una práctica desde lo ocurrido. Así seguirá la familia.

En contexto

Tras el ataque a los militares, la seguridad se intensificó en Mataje y otras zonas fronterizas. Entonces, Inteligencia advirtió que puede haber más explosivos abandonados e indicaron que los grupos armados usaron una trampa tipo ‘cazabobos’.

Los ataques reportados en la frontera norte

-27 de enero el 2018
Ese día se reportó el primer hecho terrorista. Los armados atacaron el cuartel policial de San Lorenzo con un coche bomba. Luego vinieron más agresiones.

-20 de marzo 2018
Los armados agreden a una patrulla militar y ese día mueren tres infantes de Marina. El cuarto pierde la vida después, en el Hospital Militar, que funciona en Quito.

-26 de marzo del 2018
Los armados secuestran a un equipo periodístico de este Diario y luego los asesinan.

-12 de abril del 2018
 Las autoridades confirman el plagio de dos ciudadanos de Santo Domingo.

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