El extranjero llegó para invertir en el turismo

Este hotel en el sitio Cumilinche (Tonchigüe) recibe a turistas extranjeros. Foto: Marcel Bonilla / El Comercio

Este hotel en el sitio Cumilinche (Tonchigüe) recibe a turistas extranjeros. Foto: Marcel Bonilla / El Comercio

Este hotel en el sitio Cumilinche (Tonchigüe) recibe a turistas extranjeros. Foto: Marcel Bonilla / El Comercio

Hoteles, hosterías, restaurantes, panaderías, deportes extremos... son algunos negocios que crearon y administran los extranjeros que se quedaron a vivir en las playas de Esmeraldas y Manabí.

En la zona sur de la primera provincia se han asentado en Atacames, Tonsupa, Playa Escondida, Cumilinche y Mompiche; este último alberga a la mayoría de extranjeros.

Han construido pizzerías, restaurantes, panaderías, cabañas y hoteles. Cada negocio recibe al año entre 1 000 y 2 000 clientes, especialmente franceses, australianos, italianos, brasileños, estadounidenses, españoles, argentinos y noruegos, quienes llegan atraídos por el turismo de aventura.

Judith Barett es una australiana propietaria desde hace 25 años de un hotel en Playa Escondida. Llegó para recorrer el país, pero decidió quedarse.

Didier Noel es un francés que vive desde hace 20 años en Cumilinche -en la vía Galera-San Francisco- donde levantó un hotel. Dice que uno de los factores claves para su progreso ha sido el fomento de la seguridad para los turistas, quienes siempre van acompañados cuando practican ciclismo a lo largo de la carretera.

Tito Bambú, como es conocido el empresario chileno Tito Ruiz, tiene su hotel en Mompiche y es uno de los 20 extranjeros que desde hace 10 años se dedica al surf, hotelería, preparación de bizcochos y venta de comida.

Llegó a pasear y al conocer Mompiche decidió poner un hotel, aprovechando su talento para construir viviendas en bambú, su profesión.

Didí es un portugués dedicado al surf y reside desde hace dos años en Mompiche. Fue por diversión y ahora es dueño de cabañas La Caleta.

En esa zona -con excepción de Atacames-, dicen los emprendedores, no hay problemas de inseguridad. Desde Tonchigüe hasta Mompiche hay tranquilidad, aunque para dar garantías al turista tienen guardianía privada.

La Cámara Provincial de Turismo de Esmeraldas, presidida por Carlos Acosta, tiene un subregistro de que 50 extranjeros crearon sus negocios en esas playas.

En las costas manabitas, los extranjeros son parte del desarrollo de infraestructura turística. James Cheek llegó hace 15 años a Ecuador de Chicago (Estados Unidos).

Viajó luego de leer una revista turística sobre varios sitios ecuatorianos, pues estaba interesado en un lugar tranquilo para invertir el dinero de su jubilación. Buscó muchos lugares y uno le llamó la atención: la parroquia Crucita, del cantón Portoviejo.

Desde ese entonces, Cheek se radica en Ecuador. Invirtió su dinero en la construcción de Alas Delta. Este estadounidense, de 68 años, dice que le gustó Crucita porque es tranquilo e interesante. “Siempre quise tener un lugar donde descansar, pero cuando llegué a Crucita mi visión cambió y decidí hacer un lugar para que cuando mis amigos vinieran pudieran apreciar el paisaje y compartir en un lugar bonito”.

Alas Delta está en la parte alta de Crucita. Allí Cheek atiende al público de miércoles a domingo. Ofrece servicio de comida con platos típicos de la provincia, preparado por una manabita, aclara entre risas. “Me di cuenta que este lugar prestaba las condiciones para hacer deportes extremos, y después de tanto pensar adecué un espacio para que las personas hicieran parapente”.

En Crucita viven 100 extranjeros, incluidos turistas, que han decidido poner su local. Entre ellos está un grupo de italianos que tiene hoteles y negocios de pizzería. Ellos albergan a sus compatriotas, argentinos, colombianos, alemanes y estadounidenses.

Cheek señala que hace falta mayor seguridad en esta parte de Manabí. “No es nada oculto que ahora en las playas se consume mucha droga y esto lleva a cometer actos ilícitos. Deben controlar eso”.

Juan Melo es un colombiano que tiene tres años en Santa Marianita (Manta) y desde hace uno alquila carpas en la playa. Sentado en una perezosa frente al mar, en pantaloncillos y zapatillas, cuenta que le gustó el ambiente tranquilo. “Antes de llegar aquí (Santa Marianita) estuve en Canoa, Bahía, Salinas, Puerto López, Montañita, en Ecuador se puede vivir tranquilo”.

“Aquí hay seguridad, tranquilidad, vienen personas de todo el país y extranjeros como yo, no tengo quejas de cómo me ha tratado la gente aquí, yo estoy muy contento”.

Otros cuatro extranjeros también levantaron negocios en esa zona, como la venezolana Nice Lovi. “Acabo de llegar al Ecuador y me parece un país muy lindo”. Ella se puso un local de comida rápida, como una opción rápida para trabajar. “Con la crisis de mi país, cualquier negocio en Ecuador nos viene bien”.

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