La exposición al cambio brusco de temperatura deja 3 secuelas
Redacción Sociedad
Las consecuencias de la exposición brusca al cambio de temperatura van desde una parálisis facial y pasan por dolores articulares y contracciones musculares.
En el primer caso, las molestias son progresivas y se visibilizan tres horas después de que la persona cambia de ambiente.
Lo primero que aparece es un adormecimiento retroauricular, es decir, detrás del oído. Luego viene una sensación de amortiguamiento en la mejilla y los labios pierden sensibilidad.
En menos de 24 horas, la parálisis facial es totalmente visible y se acompaña con la imposibilidad de cerrar uno de los ojos y un lagrimeo constante. El médico intensivista del Hospital Eugenio Espejo de Quito, Jorge Vélez, observa constantemente los casos.
Médicamente este cuadro se llama parálisis facial afrígori o periférica, es decir, ocasionada exclusivamente por el cambio intempestivo de temperatura.
También existe otro tipo de parálisis en la cara, pero ocasionada por la presencia de virus, tumores cerebrales, hemorragias, estrés... (ver nota compartida).
Vélez explica que en el primer cuadro el problema se supera con un tratamiento dirigido por un fisioterapista o deportólogo.
Óscar Vizuete es uno de ellos y señala que en 30 días de administrar masajes, antiinflamatorios y complejo B el paciente puede volver a la normalidad.
Según el médico reumatólogo Claudio Galarza, no todas las personas están expuestas a este riesgo. Tienen mayor posibilidad de afectarse quienes tienen enfermedades como diabetes o hipertensión, las que registran defensas bajas o las de tercera edad. “Hay gente que va a la refrigeradora cuando está sudando y no pasa nada. En otras ocasiones, en cambio, enferma rápidamente”.
El problema ocurre -sostiene Vizuete- porque se alteran los nervios que controlan los músculos de la expresión facial. “Si cabe el término, pudiéramos decir que este nervio entra en un enfriamiento y no funciona”.
En una publicación titulada ‘El mal aire’, el médico William Ramírez sostiene que la gente también conoce a este cuadro como golpe de aire o mal aire. “Se aconseja no cambiar de improviso de un clima cálido a uno frío, pero pocos saben que se trata de una parálisis difícil de prevenir. Sin embargo, en la mayoría de casos se cura y no se complica”.
Una segunda secuela es la contracción muscular. Esto ocurre porque con el cambio de calor a frío, por ejemplo, las venas se cierran e impiden el paso del flujo sanguíneo. Cuando aquello ocurre se presenta el dolor crónico de cuello y de espalda.
En hospitales públicos como el Eugenio Espejo es común la presencia de estas complicaciones (al menos tres por semana).
Jorge Carrera cuenta que el pasado lunes se bañó en agua fría por falta de energía eléctrica para la ducha. Eso ocasionó un espasmo en brazos y cuello. “Los músculos comenzaron a dolerme fuertemente. Era como si me hubiesen golpeado”. Por eso, al siguiente día acudió a su fisioterapista de confianza, quien le sugirió aplicar masajes en la mañana y en la tarde por tres o cuatro semanas. Otra sugerencia fue que si el cuerpo está caliente no se exponga inmediatamente al frío o viceversa.
Vizuete pide que para ello se tomen al menos 5 ó 10 minutos. En ese tiempo -explica- el organismo regula la temperatura natural (menor a 37 grados).
Una tercera secuela es el dolor de las articulaciones. El ex presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Traumatología, Wilson Muñoz, explica que las molestias a este nivel se presentan especialmente en personas que sufren de artritis, una enfermedad que se presenta con inflamación aguda en los huesos.
Esta complicación ocurre porque el frío causa vasoconstricción. Es decir, se contraen las venas y no pasa la sangre necesaria hacia las articulaciones.
El médico de Carrera le alertó que las personas que tienen enfermedades cardíacas pueden sufrir más complicaciones por el cambio repentino de frío a calor o viceversa. Esto, porque el corazón no puede bombear suficiente sangre y puede presentarse, por ejemplo, el infarto.
Una parálisis más complicada
La parálisis facial central es el cuadro más complicado. A diferencia de la parálisis periférica (por el cambio brusco de frío a calor o viceversa), que puede ser pasajera, en el primer caso los pacientes tienen pocas posibilidades de recuperación.
Este problema se presenta por tumores cerebrales, accidentes vasculares encefálicos, hemorragias, trombosis, entre otras.
La característica principal de esta lesión es la inmovilización del rostro del lado opuesto a la parte afectada. También se presenta una alteración en los movimientos voluntarios en las manos o en las piernas.
Pero el paciente puede levantar las cejas o cerrar los ojos. Esto no ocurre en los pacientes afectados por la exposición a diferentes ambientes climáticos.
El paciente puede hablar y efectuar toda clase de gestos, siempre y cuando estos sean realizados de una forma automática e inconsciente. Por esto, los músculos faciales no se atrofian y las partes blandas de la cara no se descuelgan flácidamente.
En los casos más complicados se puede presentar un trastorno de las facultades mentales y una hemiplejía o hemiparesia (parálisis de una mitad del cuerpo) del lado opuesto a la cara afectada. En esta etapa -sostiene el médico deportólogo Óscar Vizuete, es importante un tratamiento largo y sostenido. Pero se aclara que en estos casos graves es difícil volver a la normalidad.