En el Bicenterio se cumple cada día con la organización de las donaciones y sus envíos. Se necesita ayuda de voluntarios para cargar los kits. Fotos: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
Todos, chullas y chagras, se preguntan lo mismo: cómo fue posible que el mastodóntico Municipio de Quito se moviera con la velocidad de una liebre para socorrer a los afectados por el terremoto del 16 de abril en la Costa.
La reacción municipal fue tan rápida, que los bomberos de Quito fueron enviados hacia Manabí la misma noche del terremoto, mientras que las donaciones empezaron a recogerse a las ocho de la mañana. En menos de 24 horas ya había viajado un avión con los primeros donativos ciudadanos y estaba activado un mecanismo de relojería para seguir acopiando donaciones.
María Fernanda Pacheco, presidenta del Patronato San José y cabeza visible del proceso de donaciones, no cae en la falsa modestia de negar que su equipo ha sido parte de esta fluidez. Pero descarta que sea resultado de un buen manejo de la improvisación, como pudiera pensarse. Al contrario. “Llevamos un año entero preparándonos para la erupción del Cotopaxi. ¡Un año! Eso contribuyó para arrancar con una acción coordinada”.
Lo que se debió improvisar, por supuesto, fue el alcance de las donaciones, el cómo llegar a Manabí. Y también desde dónde dirigirlo todo. Fue evidente que la oficina del Patronano en la Chile y Benalcázar se volvía poco práctica para este objetivo y se instaló en una oficina junto al futuro Centro de Convenciones Bicentenario, cedida por Quito Turismo.
Ese lugar es el centro de acopio más grande de la capital. Desde ahí salen las caravanas de camiones con donaciones, tanto hacia la Costa como las que van al aeropuerto.
Ahí está una mesa, un grupo de sillas (algunas sin todas las patas, por lo que hay que sentarse con cuidado), dos walkie-talkies , dos pizarras de marcador líquido y, lo más importante, seis mapas muy detallados de Manabí. Trece días después de la catástrofe, se han colocado señales en 160 puntos, una por cada localidad visitada por el Municipio de Quito. Y ya se llegó a Esmeraldas.
Pacheco pasa hasta 12 horas diarias en el Bicentenario y coordina las acciones con los funcionarios del Municipio, los cuales destinan parte de su tiempo para colaborar con todo el proceso de donaciones.
Con Alexandra Pérez, gerenta de la Empresa de Pasajeros, por ejemplo, se definen los buses y choferes que viajarán hacia Manabí, cada uno con un funcionario municipal.
Cada camión cumple un proceso de cuatro días y el objetivo es dejar la donación en la mano del damnificado. Todo se coordina con los alcaldes de las localidades afectadas. Y de cada entrega existen fotos, que Pacheco recibe en su móvil.
Hasta ayer (29 de abril) se han realizado 288 viajes con camiones, tráileres y volquetas. El Municipio utiliza 15 de sus vehículos pesados pero también se incorporan unidades de la empresa privada que se unen al convoy.
60 funcionarios han viajado para cumplir con la entrega y cerca de 300 personas, incluidas las voluntarias, ayudan cada día en las zonas afectadas.
Con Mario Balanzátegui se acuerdan los procesos operativos de Emaseo. En esta semana se han mandado 400 inodoros secos, que utilizan las capacidades de la compostación para suplir la falta de alcantarillado. Cada kit de estos baños lleva la tapa de un inodoro, baldes, cal y aserrín, y fueron armados y enfundados por voluntarios.
Las fundas naranjas con el logo de Quito también son responsabilidad de Emaseo y están diseñadas para ser reutilizadas para recoger los desperdicios. Hasta ayer se han embalado y entregado 1580 toneladas de donaciones.
Y así, con cada autoridad y con el personal general de todo el Patronato se planifica cada aspecto, se atiende cada nueva necesidad, se afronta cada imprevisto e incluso cada pedido particular de algún alcalde que se haya contactado con Mauricio Rodas o con algún personero de Quito en la Costa.
En esta semana se han incorporado trabajadoras sociales en el Bicentenario, para recibir y atender a los que han salido de Manabí y llegan a Quito en busca de ayuda. Y serán enviadas brigadas móviles de 10 psicólogos capacitados por expertos en desastres naturales.
¿Se podrá sostener este ritmo por tiempo indefinido? El Patronato se mantiene en emergencia porque las necesidades no cesan, sobre todo las de comida, así que no hay una fecha límite para detenerse. El lema: esto va de largo.