El presidente de Bolivia, Evo Morales, busca de un cuarto mandato consecutivo que iría hasta el 2025. Foto: EFE
Bolivia acudirá el domingo (21 de febrero) a las urnas en un referéndum constitucional que será clave para el futuro político del presidente Evo Morales y su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS).
Unos 6,5 millones de bolivianos podrán elegir entre el ‘sí’, que permitiría la habilitación de Evo Morales a un cuarto mandato (2020-2025), o el ‘no’ a la reforma del artículo 168 de la Constitución. De ser así, Morales gobernará hasta enero de 2020 sin opción a ser reelegido.
“Los resultados se respetan, que gane el ‘sí’, que gane el ‘no’, vamos a respetar, esa es la democracia”, prometió el mandatario boliviano, que gobierna desde el 22 de enero de 2006. Las encuestas previas vaticinan un empate técnico con un alto promedio de votos indecisos. Solo uno, hecho para ‘Página Siete’ y otros tres diarios, anticipa el triunfo del ‘no’.
La campaña duró tres meses y subió de tono el 5 de febrero, después de que el periodista Carlos Valverde revelara que el mandatario tuvo un tercer hijo con una joven de 19 años que ahora es gerente comercial de la empresa china CAMC Engineering, que se adjudicó siete obras públicas por un valor de 4 000 millones de bolivianos (USD 560 millones).
Por otra parte, la muerte de seis personas el miércoles en el municipio de El Alto podría restarle posibilidades a Evo Morales en su intento de gobernar hasta 2025 junto con su partido, el MAS.
“La corrupción y la falta de austeridad han debilitado el proceso de cambio (liderado por Morales). Se ha triplicado la importación alimentaria en desmedro de la producción nacional. Los cambios en la Justicia y la independencia de poderes no acaban de concretarse.
Si el evismo rectifica sus errores, hay esperanzas en el futuro”, comentó su ex ministro de Hidrocarburos, Andrés Soliz Rada. En efecto, la corrupción salpicó a dirigentes de organizaciones campesinas e indígenas leales a Evo Morales, que se beneficiaron con fondos económicos del Fondo Indígena. Nadie sabe cuánto dinero se perdió.
El presidente aseveró que fueron USD 2,5 millones. Una auditoría oficial reveló que el Fondo Indígena administró en el período 2006-2014 unos 1.258 millones de bolivianos (182,7 millones de dólares).
“Tanto dinero como el que se requiere para construir diez hospitales completamente equipados (…) El 94,2 % del dinero desembolsado por el Fondo fue transferido a cuentas privadas”, apuntó Diego Ayo, autor de la investigación “La verdad sobre el Fondo Indígena. Un modelo ‘vicioso’ de gestión pública”.
Entre los aciertos de Morales está la inclusión de la inmensa mayoría indígena y mestiza (85 % de la población del país), que antes no tenían acceso a los altos cargos del poder. Durante los diez años de Evo Morales, Bolivia se benefició -como otros países sudamericanos- del “boom de commodities” y los altos precios de las materias primas.
Además le ayudó la nacionalización del sector de los hidrocarburos. Morales recaudó recursos económicos para aumentar los gastos públicos en programas sociales e inversiones en áreas de educación, salud y viviendas.
Entre 2005 y 2015, la pobreza cayó de un 53 a un 29 %, mientras que la pobreza extrema (aquellas personas que reciben menos de un dólar por día) bajó de un 38 a un 17%. Además, el país creció a un promedio de un 4,9% en los últimos diez años.
Para este año se prevé un crecimiento del 3,5%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Evo Morales tuvo desde su segundo mandato, iniciado en 2010, un perfil más pragmático y aceptó la inversión extranjera, pese a su permanente discurso antiestadounidense y antiimperialista.
Los nuevos desafíos para los restantes cuatro años de su tercer mandato (2015-2020) serán enfrentarse a la desaceleración económica por los bajos precios de las materias primas, el fin del “ciclo de commodities”, así como las crisis en Brasil y Argentina, los principales compradores del gas natural boliviano.