La Paz. Reuters y Redacción Mundo
El líder indígena Evo Morales tiene todo a su favor para ganar hoy la reelección de Presidente de Bolivia. Incluso tiene la posibilidad de hacerse con un control legislativo imprescindible para profundizar la revolución izquierdista que inició hace cuatro años.
El gobernante, surgido de los sindicatos cocaleros, devenido en uno de los aliados claves del presidente venezolano Hugo Chávez, ha logrado -como este- debilitar a la oposición política. El tímido proselitismo de los candidatos opositores, Manfred Reyes Villa y Samuel Doria Medina, se centró en la denuncia del riesgo de un “totalitarismo” en el país andino.
Todos los sondeos de intención de voto pronostican una fácil reelección del líder cocalero, quien parece recoger los frutos de sus ruidosas nacionalizaciones en los sectores petrolero, minero y de telecomunicaciones y de populares bonos para escolares, ancianos y madres de familia. Analistas ven una segunda vuelta como poco probable, dado el apoyo a Morales de una población mayoritariamente campesina.
“Hace 20 años nos dijeron que Bolivia se nos muere y con ese pretexto nos sometieron al neoliberalismo. Ahora demostramos que Bolivia no solo no se muere sino que es viable”, proclamó Morales el jueves en un encuentro con clubes de madres, en la ciudad sureña de Tarija, uno de sus últimos actos de campaña.
El triunfo de Morales es esperado por Chávez y otros líderes izquierdistas latinoamericanos, que de ese modo se aliviarían del duro contraste que sufrieron el domingo pasado en Honduras, donde no lograron impedir que el gobierno de facto de Roberto Micheletti llevara adelante unas cuestionadas elecciones.
Morales ha dejado en claro cuáles son sus objetivos: espera ganar dos tercios del Congreso, incluido el Senado que estuvo controlado por la oposición en los cuatro años pasados, para aprobar rápidamente un centenar de leyes de aplicación de la Constitución plurinacional y socialista estrenada a principios de año.
La reorganización del Poder Judicial con elección popular de los tribunales nacionales, la puesta en vigencia de autonomías regionales y una política de atracción de inversión se destacan entre las leyes que prepara Morales, quien se convertiría en el primer Mandatario boliviano en ejercicio reelecto en 45 años.
“El triunfo de Morales está asegurado. Hemos tenido una campaña muy desigual, casi un monólogo oficialista, y esto no se debe solo a la utilización de recursos sino también a una gran disparidad en la capacidad de discurso”, opinó Guido Riveros, director de la Fundación para la Democracia Multipartidaria.
Apuntó que Morales es favorito porque “representa un impulso histórico que ha merecido la simpatía de amplios sectores de ciudadanía y no ha encontrado una oposición que por su parte comience a tener sentido histórico”.
El Presidente indígena, cuya llegada al poder en enero de 2006 puso fin a un ciclo de inestabilidad política y social, lidera un proceso de “empoderamiento” de las mayorías indígenas y de nacionalización de diversos sectores. Así desmantela el modelo neoliberal montado en las décadas pasadas en el país.
Aunque declarado admirador de Chávez y de la revolución cubana dirigida por Fidel Castro, el líder boliviano ha dado señales de que puede ser menos radical y más pragmático. En un posterior acto proselitista, remató su aparente nuevo posicionamiento calificando al brasileño Luiz Inacio Lula da Silva como “el mejor Presidente de Latinoamérica” y “un ejemplo a seguir”. Morales prometió que su eventual segundo Gobierno será más inclusivo con sectores sociales,
El ‘fenómeno’ Morales
El ex presidente Carlos Mesa explicó el ‘fenómeno’ Morales: “Su fuerza es ya en Bolivia una mezcla de símbolo y mito, pero lo es también para una comunidad internacional embobada con la idea de que a un país de indígenas le corresponde un presidente indígena, olvidando que el país tiene casi la mitad de su población no indígena”.
Según Mesa, aun para los críticos este domingo se dará un triunfo cantado para Morales.