Las canteras ubicadas en el sector de Catequilla quedarían dentro de la zona de prohibición establecida por la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
De las cerca de 45 canteras que hay en San Antonio de Pichincha, al menos 10 no podrán volver a operar. La noticia emitida por la Secretaría de Gestión de Riesgos, que identifica una zona de alto riesgo donde se prohíben la explotación y las actividades de uso de suelo, dividió a la comunidad.
Hay quienes aseguran que sin minas no hay empleo, y otros quienes piden que se cierren más canteras, porque con solo 10 menos, la situación de la zona quedará igual.
El informe de la Secretaría señala que hay otra zona, cuyo nivel de riesgo debe ser evaluado por el Municipio y que es de 4 375,7 hectáreas. Esa se extiende desde la vía a Perucho, hacia Ciudad Bicentenario. Abarca Tanlagua, una de las zonas donde hay más canteras, pero deja fuera el sector de Caspigasí, donde operan más número de minas de la zona.
Dejar en manos del Municipio la decisión más importante sobre el cierre de la mayor parte de las minas es, para Diego del Castillo, expresidente de la Cámara de la Construcción, una lavada de manos. Señala que las canteras desde hace 20 años son un tema delicado y que se debería hacer un análisis sobre la explotación técnica y sobre la calidad del material pétreo que sale de la zona y tomar una decisión final.
Mauricio Rodas, alcalde de Quito, aseguró que se tiene que realizar un monitoreo permanente de las canteras y que se debe precautelar la seguridad de las personas. Dijo que si hay canteras que no están en zonas de riesgo y cumplen con las normativas, podrían seguir funcionando.
El comunicado de la Secretaría vino acompañado de un mapa. La franja roja– la de alto riesgo- cruza desde Pomasqui hasta Rumicucho. Son 901,28 hectáreas donde queda prohibido el funcionamiento de canteras, incluso de las legales.
La zona de prohibición va por el antiguo camino del Inca y cruza los sectores de Pacpo, Santa Rosa, La Dolorosa, La Inmaculada, Bella María, Carcelén Mitad del Mundo, Catequilla y termina en Rumicucho.
Pero la mayor parte de esa franja no estaba siendo minada. Las canteras de Pomasqui y del sur de San Antonio dejaron de funcionar hace más de 15 años. Allí se encuentran tres grandes montañas : Járata, Pampa y Apu. Los cerros tienen enormes huecos, como muelas cariadas, donde la tierra, con el viento, cede. Son las cicatrices de la minería ilegal que se fue sin hacer un cierre técnico y sin sanar la tierra.
Una de las zonas consideradas de alto riesgo es el sector del Catequilla, un cerro sagrado para la comunidad. Allí operaban al menos tres minas. Esas canteras, más dos a orillas del río Monjas y unas cinco que funcionaban en Rumicucho, se cerrarían según la resolución de la Secretaría.
Solo en Catequilla trabajaban unas 70 personas en las minas. No tenían sueldo fijo, seguro médico ni estaban afiliadas. Si el material se vendía recibían unos USD 30 por dos días de sudor.
Pero ahora, no reciben nada. Uno de los obreros, quien pidió no citar su nombre, dijo que con ese empleo mantiene a sus dos hijos: “Yo no soy tan estudiado y a mi edad, ¿dónde me van a contratar?”.
El ardor de garganta que le producía el polvo lo calmaba con pastillas, pero nada le quita la desesperación de no tener con qué alimentar a su familia. La Junta Parroquial está en conversaciones con el Gobierno de Pichincha (Prefectura) para apoyar a la gente que quedó desempleada y trabajar en emprendimientos.