Buenos Aires. AFP
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El temor al contagio de la nueva gripe A, que causó 44 muertos y unos 100 000 infectados, cambió la vida a los argentinos, que paralizan ciudades, vacían las aulas, suspenden fiestas, limitan espectáculos, colapsan hospitales y se aíslan en sus casas.
“Uno tiene miedo, como trabajador y como padre. Pero qué puedo hacer salvo utilizar el alcohol en gel y lavarme las manos seguido”, dijo Mariano, un empleado del Metro de Buenos Aires, de 30 años, parado junto a los molinetes que debe controlar y por donde la gente circula sin tapabocas.
El empleado, que no quiso dar su apellido, aseguró que en los últimos días la afluencia de gente mermó en el Metro, que transporta 1,7 millón de pasajeros diarios.
El virus AH1N1 provocó 44 muertes y 2 800 casos confirmados por laboratorio, ratificó el nuevo ministro de Salud, el médico sanitarista Juan Manzur. El Ministro calculó que desde la aparición del primer caso en la segunda semana de mayo, son unos 100 000 los infectados por el virus, aunque “el 95% tuvo la sintomatología y ya se ha curado”.
En las farmacias de Buenos Aires no queda alcohol en gel, recomendado para prevenir. Tampoco hay Oseltamivir, la droga indicada para combatir la gripe A y que se entrega a los enfermos gratuitamente en los hospitales.
“Ayer recibimos cantidades de cajas de alcohol en gel, pero se agotaron enseguida”, relató la farmacéutica Paula Ballesteros.
Según economistas, la gripe porcina tendrá un impacto económico en Argentina que dejará de producir por al menos unos USD 1 000 millones, a lo que habrá que sumar millonarias pérdidas en el sector turismo.
Casi 10 millones de alumnos de todos los niveles educativos entrarán el lunes en receso invernal, que fue anticipado en dos semanas y extendido durante 30 días para limitar los focos infecciosos.
Argentina se convirtió en la tercera nación más afectada en el número de muertes por el virus AH1N1 detrás de EE.UU. (127 muertos) y México (116), según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).