Lo que se dice por algunos lados es que “España aprovechará su presidencia de la Unión Europea, en el primer semestre de 2010, para acelerar las negociaciones comerciales con América Latina”.
¿Eso es bueno o es malo? Por lo pronto, es difícil. Las tratativas con el Mercosur están empantanadas y es difícil que se avance algo, máxime cuando en la propia asociación sudamericana hay diferencias importantes y continuas entre sus miembros. Con América Central la situación está paralizada, a partir de los “insucesos de Honduras” y la posición “principista bipolar” de los europeos, en particular de los españoles. Tras la “guerra del banano”, las relaciones de la UE. -que adoptó una posición más flexible en materia de aranceles-, han mejorado con los países andinos, pero recién es un comienzo. Es probable, en cambio, que se pueda cerrar un tratado de libre comercio entre la Unión y Perú y Colombia. Pero esto, si ocurre, es consecuencia de una tarea anterior y no por mérito de España.
Que España asuma la presidencia de la UE no implica necesariamente una buena noticia para Latinoamérica. Tampoco mala, pero sí supone un ¡alerta! La realidad nos dice que desde la “guerra de Las Malvinas”, hasta el presente, cuando las decisiones importan, España siempre ha estado sometida y a favor de los intereses europeos. Entre otros asuntos, el referido a la emigración nos muestra una España en la línea dura, al igual que Francia e Italia. Nada que agradecerle o reconocerle, entonces, en esa materia y quizás bastante que reprocharle por querer “maquillar” sus posiciones y sobre todo por olvidarse todo lo que le debe al nuevo continente. Una deuda acumulada desde 1492 a la fecha.
Por otra parte no parece muy atinado generar esperanzas a partir de una gestión a cargo de José Luis Rodríguez Zapatero, el hombre que no quiso “aceptar” la crisis. Basta ver, analizar y comparar los números de España hoy, para aventar cualquier alternativa, por más limitada que sea, de dejar en manos del presidente español la defensa o la representación de los intereses, cualquiera sean, de los países latinoamericanos.
Y por si fuera poco no olvidemos los antecedentes más recientes sobre la política de España respecto a Latinoamérica.
Cómo les ha ido a las empresas argentinas que pasaron a manos españolas, o cual ha sido la conducta de empresas como la Pastera Ence, respecto a sus inversiones en Uruguay. España cuando juega a ser la “madre patria” es de cuidado y solo “rasca para adentro”. Además con una regla muy clara: “negocios matan principios”. El Reino y el Gobierno español son muy demócratas cuando se trata de Honduras, pero hacen la “vista gorda” con Teodoro Obiang, por ejemplo, el dictador de Guinea Oriental, uno de los mayores tiranos del mundo.