Bertha Espinoza (izq.) lidera a las tejedoras de las siete asociaciones de Biblián. Foto: Xavier Caivinagua/EL COMERCIO
Las 120 tejedoras de sombreros de paja toquilla del cantón cañarense de Biblián apuestan por el mejoramiento de la producción para obtener más ingresos. Ellas reciben apoyo económico de Fonds Valencia y del Municipio de Biblián.
Hace tres años, el Municipio incluyó a las tejedoras de las siete asociaciones de este cantón a la Mancomunidad del Pueblo Cañari. Esta instancia incluye a este cantón, Cañar, El Tambo y Suscal, que tienen población indígena.
Los cuatro municipios se mancomunaron para desarrollar proyectos vinculados con el turismo y realizaron estudios sobre las tejedoras.
En la investigación, dice Danilo Barreto, técnico de Turismo del Municipio de Biblián, se identificó que el principal problema es la falta de equipos para realizar los acabados de los sombreros.
Ana Guiracocha, de 71 años, vive en la comunidad de Cushicay. Desde hace 62 años teje y vende estas prendas semiterminadas.
Es decir, sin el remate y corte de las fibras en el ala, sin amoldar ni blanquear. Ella recibe entre USD 8 y 10 por unidad y calidad, pero si tuvieran acabados cobraría USD 30.
Guiracocha y Barreto creen que con el proyecto de Empoderamiento Socioproductivo de las Artesanas de la Paja Toquilla, que impulsa Fonds Valencia y la Mancomunidad del Pueblo Cañari mejorarán la situación de las productoras.
En marzo pasado, las artesanas Bertha Espinosa y Fanny Tapia fueron invitadas a Valencia, España. Allí, contaron su experiencia en escuelas y en conferencias, dialogaron con autoridades y demostraron su habilidad para el tejido.
Así concretaron el apoyo de 27 000 euros (USD 25 110 a la cotización actual) de Fonds Valencia, señala Barreto. Como contraparte, el Municipio aporta con USD 20 000.
En la actualidad, constituyen una organización que agrupe a las siete asociaciones y a las tejedoras independientes. De forma paralela, organizan talleres y capacitaciones en técnicas de tejido, organización, comercialización y participación en ferias.
También, se creará un centro para almacenar, procesar y vender los productos.
Rosa Elena Lema, de 57 años, lleva 40 años tejiendo. A sus tres hijos les enseñó esta actividad, pero solo Nancy, de 35 años, le ayuda. Lema cree que con las capacitaciones innovarán y ofertarán mejores sombreros de paja toquilla.
El proyecto podrá renovarse otros cuatro años, hasta que la organización de tejedoras esté consolidada y sólida. Para la segunda fase prevén edificar un centro artesanal-turístico, crear una marca y vender en la mayoría de ciudades del Ecuador y exportar a Europa.