España planea eliminar la siesta. Foto: Pixabay
No almorzar antes de las 15:00, comprar solo a las 20:00, y el ‘prime time’ hasta pasada la medianoche: España quiere terminar con sus jornadas laborales interminables que afectan la salud y la productividad y para eso podría incluso alinearse con el huso horario de Londres.
La ministra de Empleo del gobierno conservador Fátima Báñez prometió el lunes presentar rápidamente un proyecto de “pacto nacional” para la conciliación entre la vida privada y la profesional para que “la jornada laboral, con carácter general, acabe a las 18:00”.
Actualmente, la jornada habitual empieza a las 09:00 e incluye una pausa de dos horas para comer. Un tercio de los empleados no termina hasta las 19:00 y uno de cada diez sigue trabajando hasta las 21:00.
Estos horarios retrasan de rebote el cierre de los pequeños comercios, la hora de la cena y la parrilla televisiva.
Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, un 40% de los españoles no se acuestan hasta pasada la medianoche.
Nuria Chinchilla, economista y miembro de la Asociación para la Racionalización de Horarios, enumera las consecuencias negativas de este ritmo: menos productividad que en otras grandes economías y menos vida familiar.
Como los españoles duermen menos, están menos concentrados y tienen más probabilidades de sufrir accidentes laborales, señala.
Y en casa, “no tenemos niños ni suficiente energía para ayudarlos” a estudiar y crecer, resume esta profesora del IESE Business School de Barcelona.
De hecho, el país tiene la segunda tasa de natalidad más baja de Europa después de Portugal y uno de los mayores porcentajes de fracaso escolar.
Adiós a la siesta
A diferencia de la creencia popular, estos horarios no son “culturales”, apunta el experto belga Jos Collin, un emprendedor que trabajó sobre este tema para la Asociación para la Racionalización de Horarios y expuso sus resultados en el Congreso.
Su adopción se remonta a después de la guerra civil (1936-1939) .
La carestía de la posguerra llevó a muchos españoles a acumular dos empleos, uno oficial hasta las 15:00 y “luego tenían una segunda jornada porque España, después de la guerra, no tenía recursos”, explica Collin.
Pero en realidad, en los años 1930, se almorzaba a las 13:00 y se cenaba a las 19:30, asegura José Luis Casero, empresario y presidente de la Asociación para la Racionalización de Horarios.
Después, en 1940, el dictador Francisco Franco ordenó adoptar el huso horario de la Europa Central a pesar de que geográficamente le corresponde el del Reino Unido y Portugal.
El almuerzo, por lo tanto, no es más tarde que en otros países según el horario solar, afirma. “Si almuerzas a las 14:30, en realidad lo haces a las 13:30”.
La ministra propuso poner fin a este desajuste retrasando una hora el reloj y volviendo, como ya hizo su vecino Portugal, al horario británico. Según algunos expertos, los españoles vivirían de acuerdo al horario solar, comerían antes y se acostarían antes.
La sociedad evoluciona, aunque algunos todavía aprecian las dos horas de pausa al mediodía. La sacrosanta siesta solo la practican el 16% de españoles según un estudio de un fabricante de camas hecho en 2009.
Y los hábitos entre los directivos de las grandes ciudades también cambian.
“Eso de quedarse hasta las 21:00 y de la copa después con el jefe, ese estilo arcaico ya se ha abandonado”, asegura el jefe de recursos humanos de Banca March, Anselmo Martín-Penasco.
Este banco de propiedad familiar con 1 200 trabajadores puso en marcha hace dos años medidas para reducir los conflictos entre trabajo y vida privada, facilitando la flexibilidad de horarios y de los días libres. Otras grandes empresas, como la eléctrica Iberdrola, también experimentan.
Si bien la necesidad de una reforma genera consenso, varias iniciativas legislativas ya fracasaron.
El consenso actual puede no hacer tan felices a todos los empleados porque no todas las empresas y partidos persiguen el mismo objetivo: para algunos se trata de conciliar vida privada y trabajo y para otros se debe aumentar la productividad y la flexibilidad, lo que no va siempre de la mano.
Por eso una reforma horaria “podría provocar que oficialmente la jornada (…) terminase a las 18:00 pero que eso conllevara una extensión de las horas extraordinarias”, teme Isabel Araque, portavoz del sindicato UGT.