En las escuelas uni y bidocentes el alumno no aprende lo básico

Vilma Cayambe y su hermana enseñan a 33 alumnos en la escuela Río Colorado Alto. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

Vilma Cayambe y su hermana enseñan a 33 alumnos en la escuela Río Colorado Alto. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

Vilma Cayambe y su hermana enseñan a 33 alumnos en la escuela Río Colorado Alto. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

Cuarenta y ocho metros cuadrados tiene la Escuela Intercultural Bilingüe José María Velasco Ibarra. Funciona desde hace más de 10 años, en la comunidad Río Colorado Chico, de la parroquia Pillahuín, en Ambato. Como en otros planteles unidocentes, José Ramos es una especie de ‘hombre orquesta en el lugar’.

El docente está a cargo de educar a 13 niños, de primero, segundo, tercero, cuarto, sexto y séptimo de básica, en una sola aula prefabricada. Y como una actividad voluntaria transporta en su buseta a varios de sus alumnos, de 3 a 10 años, que debieran caminar unos 30 minutos. Los recoge en una zona entre la vía Ambato- Río Colorado. También los deja en ese punto, de regreso a casa.

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Erika y Dayana Chimborazo, de 10 años, son mellizas. Cabalgan dos horas para llegar a su escuela unidocente. Otros planteles están más lejos. “El maestro se esfuerza por enseñarnos”, dice la primera y tras una pausa comenta que le gustaría tener un profesor de inglés y un laboratorio de computación, “para llegar a la secundaria con mejores bases”.

Al hablar del derecho a la educación, en el mundo se citan dos niveles: acceso gratuito y calidad de aprendizajes.

En Ecuador, según las cifras del Ministerio de Educación, de 2006 a 2017, las brechas en tasas de matriculación y asistencia a la primaria, en lo urbano y rural, son mínimas. Las de abandono y no promoción son similares.

Lo anota Harvey Sánchez, quien hasta el 2017 dirigió el Instituto de Evaluación en Ecuador. Hoy preside la Agencia Latinoamericana de Evaluación y Política Pública. Y es uno de cuatro consejeros de alto nivel del Laboratorio de Evaluación de la Unesco.

En esa línea -subraya- Ecuador como otros 192 países se comprometió a cumplir con una agenda al 2030, trazada por la Unesco y que incluye los derechos del niño a terminar la primaria y la secundaria y a que la enseñanza sea gratuita, equitativa y de calidad, para producir resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos.

Este Diario pidió a Sánchez revisar cobertura y evaluaciones de aprendizaje, debido al anuncio de un cambio en el enfoque educativo, en el país. La reapertura, a inicios de este mes, de las primeras escuelas rurales que fueron cerradas para reemplazarlas con construcciones más grandes en la década anterior, evidencian en parte la nueva visión.

Ante eso, Sánchez pide analizar qué tantas oportunidades de aprender tienen los alumnos de las escuelas rurales. En cuarto grado -detalla- dos de cada 10 estudiantes de esa zona no aprenden lo mínimo elemental: leer, escribir, contar y sumar. En séptimo grado, son cuatro de 10.

En Pillahuín, en la Escuela José María Velasco Ibarra, estudian niños de 3 a 10 años. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO.

En las escuelas multigrado (unidocentes o bidocentes) lo que ocurre es preocupante, según las cifras. Esto porque más del 80% de alumnos no logra desarrollar aprendizajes mínimos en matemática y lenguaje.

Las conclusiones resultan de revisar la prueba Ser Estudiante 2015- 2016, en la que por última vez se levantaron datos de escuelas multigrado.

Esas estadísticas son básicas al armar una política pública, pero también está el testimonio de Misty Lynn Scondras. La estadounidense reside desde hace 20 años en el país. Y conoce la situación de las escuelas unidocentes y bidocentes de Gualaceo, en Azuay. Tiene cuatro hijos, de 12, 10, 7 y 5 años. Los mayores asistieron al plantel multigrado Vicente Peña Reyes, de Uzhar. Y en el 2014 pasaron a la Unidad Educativa del Milenio Paiguara.

En el primero, las profesoras, por más que lo intentaban, no lograban avanzar. Llegaban -recuerda- a explicarles la cuarta parte de la materia.
¿Por qué? No todos están listos, considera, para avanzar solos; unos se distraen cuando su profesor está explicando la clase al otro grupo. Tampoco los textos que entrega el Gobierno están diseñados para el estudio independiente.

El modelo de escuelas multigrado, comenta, se usó con éxito hasta mediados del siglo XX. En el país el 50% de planteles fiscales es de ese tipo.

Cree que la clave es la percepción sobre la utilidad de la educación. En algunos casos, en el plantel rural el profesor solo piensa en cumplir con el tiempo para conseguir una plaza cómoda en la ciudad. Y los padres quieren que sus hijos estén cerca, para que los ayuden más en la tierra.

“Hacemos esfuerzos para que aprendan, pero los niños se distraen”, cuenta el profesor Ramos, de Pillahuín. Le falta material didáctico para naturales, sociales y lengua.

Más arriba, en la comuna Río Colorado Alto funciona la Escuela Intercultural Bilingüe del mismo nombre del sector. Hay 33 alumnos de inicial a séptimo de básica. Rebeca Aguilema y Vilma Cayambe son las maestras. La primera dice que requieren docentes de inglés y que se les entregue un centro de cómputo con el respectivo maestro.

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