Paco Moncayo: 'Al empresario no se le cambiarán las reglas del juego cada año’

Paco Moncayo es precandidato a la presidencia por la Izquierda Democrática (ID). Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.

Paco Moncayo es precandidato a la presidencia por la Izquierda Democrática (ID). Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.

Paco Moncayo, precandidato a la presidencia por la Izquierda Democrática (ID) habla sobre cómo enfrentar la crisis económica y la deuda pública.


¿Cómo enfrentará la crisis económica, si gana la Presidencia?

Vamos a gastar menos, a eliminar lo superfluo: propaganda, consultorías, viáticos. Suprimiremos los ministerios coordinadores. Esto no significa afectar al personal de servicio normal sino a toda la cantidad de asesores y consultores que hay. Y será necesario auditar la deuda.

¿Va a transparentarla?

Primero hay que auditar para saber cuánto mismo debemos. Incluyendo los certificados del tesoro, la venta anticipada del petróleo. Hay que ver los atrasos que tenemos con contratistas, proveedores y buscar una forma de pago.

¿Por ejemplo?

Un plan de pagos para abonar. Habrá que ver si por último se requiere de bonos. Con la deuda externa tenemos que sentarnos con nuestros acreedores para renegociar; pedir más plazo, períodos de gracia, intereses menores. Además, aproximarnos a los organismos internacionales de crédito para proyectos específicos y mejorar las condiciones de nuestra balanza de pagos y reservas. Esto implica una negociación soberana, no a cambio de aplicar un programa impuesto. Hay que ver en qué condiciones de mutuo respeto se haría. También, dar seguridad a los empresarios, con un pacto tributario.

¿En qué consistiría ese pacto?

Que no se le van a cambiar las reglas cada año. El pacto debe implicar responsabilidades del Estado y empresarios.

¿Qué va a pasar con los impuestos?

Cuando se ahuyenta a la inversión o empresarios, también se aleja el capital con el que se pueden pagar los gastos permanentes, a través del cobro de impuestos. Entonces,  pasa que pagan tributos solo los pocos empresarios que han tenido la audacia de quedarse en el Ecuador.

Creemos en la progresividad. Hay que abrirse a la inversión nacional e internacional. Que vuelvan los capitales. Así, muchas empresas aportarán con tributos para financiar los gastos permanentes. Prácticas claras para los sectores que generan empleo para los jóvenes.

¿Qué hará para enfrentar el subempleo inadecuado?

Proyectos intensivos en el empleo de la mano de obra. Ya se hizo en Quito, en la gran crisis. Entonces hicimos 5 000 kilómetros de redes de alcantarillado, agua potable, 1 400 kilómetros de vías adoquinadas. Ahora lo haremos en el resto del país, con todos los gobiernos locales, para generar miles de empleos.

¿Va a respetar el techo de deuda pública del 40%, en relación con el PIB?

Ese techo no tiene una base técnica. Fue puesto con el discurso de la deuda ilegítima. Lo que interesa es que en una economía próspera, que crece, el país puede endeudarse más. Las grandes potencias están endeudadas en relación con el PIB muchísimo más que nosotros. Entre las reformas que hay que hacer es terminar con ese límite, pero también decir que en un gobierno que no tenga política seria podría ser un bumerán.

¿Va a reconocer la deuda de salud del IESS?

Por supuesto. Debe haber un acuerdo de pagos conforme a la realidad fiscal del Estado. Fue una buena idea buscar la atención de las personas dependientes de los afiliados, pero siempre y cuando se garantice una atención de calidez y medicina de calidad. El IESS no es caja para prestar servicios que no estén financiados y reglados. Eso es un derecho adquirido ahora. No lo vamos a quitar, pero hay que pagar la deuda para mejorar la atención y darle mayor autonomía al IESS para administrar sus recursos.

¿Qué hará con el acceso a la universidad pública?

No creemos en el Bachillerato general. Ha creado una gran
fábrica de jóvenes que lo único a que pueden aspirar es ir a una universidad, que le cierra las puertas. Hay que volver a los bachilleratos especializa­dos, técnicos. El joven antes terminaba el Bachillerato e iba a trabajar, sin que eso le corte la posibilidad de seguir estudiando.

Necesitamos volver, en la universidad, a las carreras intermedias, a los institutos tecnológicos. Hay que hacer que el ingreso a la universidad no sea discriminatorio e injusto. No es lo mismo el que se graduó en un colegio de cualquier cantón de la frontera que el que se graduó en el Benalcázar, San Gabriel... Lo someten a una competencia de meritocracia en el que sabemos cuál va perder. A las familias pobres les dicen que el hijo puede estudiar, pero lejos de su hogar. Cómo va a costear la pensión, la residencia.

¿Cómo va a prevenir el consumo de drogas?

Hemos recorrido 23 ciudades del país. En todas, padres, madres y profesores ven con angustia que se consume droga a una edad cada vez menor. Las políticas de seguridad han sido equivocadas. Eso de convertirlo en algo exclusivo del Gobierno central fue un error. Antes, los municipios tenían esas competencias y no hay para este tipo de problema un espacio más adecuado que el de los gobiernos locales. Desde ahí se puede juntar a las familias, las escuelas, al Municipio a la sociedad en esa gran campaña para tener barrios libres de consumo de droga. Es un gran esfuerzo que no se puede hacer desde ministerios.

Esta semana se anunció el inicio de la negociación Colombia-ELN, ¿qué hará para enfrentar los efectos?

Debe mantenerse el programa con Colombia para la integración fronteriza. Entendiendo que las medidas aduaneras, militares y policiales son solo una respuesta. Cuando se creen mejores condiciones de desarrollo en salud, educación, empleo... solamente así vamos a tener una frontera en paz.

Suplementos digitales