Para entender la dimensión de la tragedia que sacudió a Haití, provocada por el sismo de 7 grados que causó más de 100 000 muertos, se requiere insertarlo en su contexto geopolítico y revisar los mecanismos de la ONU ante estos desastres. Así se advierte la doble vulnerabilidad de este país caribeño, interna y externa.
Colonia española como parte de las Antillas Mayores desde el siglo XV, dos siglos más tarde, pasa al dominio de Francia por los asentamientos de bucaneros franceses.
Conoce la independencia en 1804 y no obstante haber sido el primer país independiente de todo el continente americano, con excepción de EE.UU., no encarrila su libertad hacia su fortalecimiento institucional ya que pronto entra en conflicto con su más vecino, República Dominicana, a la que invade en 1822.
Obtenida la independencia de aquella, la inestabilidad de Haití conduce a la invasión norteamericana a principios del siglo XX, para luego desembocar en la feroz dictadura de Duvalier y sus brutales tonton macuote, policía esotérica basada en la religión vudú, y de su hijo Jean Claude, que le sucede, hasta el doble golpe y control del general Namphy.
Cuando se pensaba que iniciaría el proceso democrático, Aristide es depuesto en 2004 hasta que en 2006 René Préval es electo presidente.
Esa turbulencia política ha impedido a Haití construir un elemental aparato económico. Frente a sus vecinos insulares tiene el PIB per cápita más bajo de la región, y de poder adquisitivo, una balanza comercial deficitaria y la segunda inflación más alta.
Las tasas de natalidad y mortalidad infantil de Haití son las más altas de todo el continente . La expectativa de vida al nacer (61 años) es la más baja, lo mismo su gasto en educación como en porcentaje del PIB, en cambio tiene el segundo porcentaje más alto de sida. Aproximadamente 80% de su población vive en pobreza.
Para empeorar la situación, la ONU todavía carece de un efectivo mecanismo de asistencia internacional que de inmediato entre en acción ante estos infortunios naturales.
Su Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD) no es capaz de organizar y canalizar adecuadamente la ayuda para que llegue de inmediato a las víctimas.
Tan sólo contrástese el reportaje del periodista Carlos Loret de Mola en su columna de diario El Universal, de México, titulado “Las 8 vivencias de Haití”, con el artículo en la misma edición de Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, para apreciar qué tan alejado de la realidad está el organismo internacional.
No obstante esa doble carencia ( la falta de fortalecimiento institucional interno y la ausencia de efectividad de la ONU), es el momento de sumarse sin reservas al apoyo de los haitianos.
El Universal, México, GDA