Llegó con 10 dólares en la mano, reunidos centavo a centavo por la venta de los periódicos del día y los entregó al improvisado comité de vecinos creado entre la tensión, angustia y serenidad para encarar el desastre en medio de la despreocupada y enfiestada ciudad de Quito. Este fue uno de los primeros gestos de solidaridad frente a un incendio que dejó a cuatro familias pobres sin nada, absolutamente nada.
Realmente se quedaron en la calle, acompañados de una inmensa tristeza y soledad al ver una masa de carbón en la que se convirtieron sus cosas construidas en años de sacrificios’ quedó un futuro incierto, pero, aunque parezca irónico, quedó también una gran alegría, ya que dos de sus pequeños hijos se salvaron del fuego por milagro.
En medio de la pena y de la confusión sorprendió a los perjudicados la reacción del barrio. Lo que en los últimos años no sucedió, pasó en minutos. Se constituyó un comité de ayuda. Se organizaron comisiones para buscar abrigo temporal, cobijas, ollas, vestido, calzado, alimento, gas, útiles escolares’ todo’ todo lo que se pueda conseguir.
Y’ los vecinos reaccionaron inundando con generosidad muchas de las necesidades materiales y afectivas de los siniestrados. Acudieron también el Ministerio de Inclusión Social, MIES, y el Municipio de Quito. Los niños y niñas fueron la principal preocupación de todos.
Este brote espontáneo de organización, movilización y solidaridad de los vecinos habla de la profunda y latente vitalidad de los valores andinos, cristianos y humanistas escondidos en las entrañas de la gente, en su subconsciente y su cultura, que saltan a la luz motivados por algún evento.
La reacción positiva y rápida del Ministerio y del Cabildo dice de la eficiencia y capacidad de respuesta del Estado en situaciones de emergencia. La acción conjunta y combinada de la sociedad y del Gobierno señala la virtud de la corresponsabilidad de los ciudadanos y del Estado en la solución de cualquier problema de connotación colectiva. Autogestión social e iniciativa estatal no paternalista, más Sociedad y más Estado son factores claves que enriquecen la participación y la política pública.
Esta experiencia deja la lección de que el pueblo quiteño por más callado que esté, algún momento expresa profundos sentimientos sea de solidaridad o de rebeldía. Establece lazos de protección hacia los más débiles o bota tiranos, si es el caso.
De cualquier forma, la tragedia en este barrio popular se transformó en un despliegue extraordinario de valores, buenos sentimientos, alegría y energías positivas, lo que en este diciembre embriagado, inhumano y mercantilizado, se constituye en el mejor regalo de Navidad para las mentes y corazones de todos los que participaron en el hecho, especialmente para los niños y niñas, que jamás lo olvidarán.