El EE.UU. anti-Trump estalla en cólera

La policía apaga el fuego encendido por manifestantes anti- Trump en  Washington DC., este 20 de enero del 2017. Foto: EFE

La policía apaga el fuego encendido por manifestantes anti- Trump en Washington DC., este 20 de enero del 2017. Foto: EFE

Una limusina se quema después de ser destruida por los manifestantes anti-Trump en Washington, DC., este 20 de enero de 2017. Foto: AFP

Basureros, coches incendiados, vitrinas rotas, gases lacrimógenos: las calles habitualmente asépticas de Washington fueron teatro de disturbios el viernes, 20 de enero del 2017, cuando cientos de manifestantes anti-Trump se enfrentaron violentamente con la policía al margen de la investidura del presidente estadounidense.

Con la cara cubierta con pañuelos negros, encapuchados o vistiendo máscaras anti-gas, entre 500 y mil personas quebraron vitrinas y lanzaron piedras contra la policía antidisturbios en la K Street, la denominada “avenida del poder” a pasos de la Casa Blanca, que alberga a grandes bufetes de abogados y cabilderos.

Unos 200 policías intentaron dispersar a los manifestantes tirando decenas de cartuchos de gases lacrimógenos y lanzando gas pimienta.

Una humareda acre se elevaba sobre dos manzanas de casas sobrevoladas por un helicóptero policial, llenas de basureros calcinados, trozos de vidrio, cajas metálicas de periódicos destrozadas y cartuchos vacíos.

Los manifestantes rompieron los vidrios de una limusina negra, la incendiaron y le grafitearon el símbolo de la anarquía en la puerta.

“Cuatro años de lucha”, leía la pancarta de una manifestante enmascarada, en referencia al mandato del magnate inmobiliario Donald Trump, que se convirtió unas horas antes en el 45° presidente de Estados Unidos.

Muchos manifestantes protestaban directamente contra Trump, pero una minoría no tan pequeña tenía otras reivindicaciones, sobre todo relativas a los derechos de las minorías.

La policía apaga el fuego encendido por manifestantes anti- Trump en Washington DC., este 20 de enero del 2017. Foto: EFE


'Tengo miedo'

Tras un ataque de la policía, Raven Devanney, una joven rubia de 19 años, retomó el aliento en una parada de bus que ha sido pintada con el grafiti “Nosotros el pueblo”.

“Estoy aquí para defender los derechos de las mujeres, de los musulmanes, de los negros, de los inmigrantes, de los homosexuales. En fin, para conservar todo por lo cual hemos luchado en esta última década”, aseguró la joven, que vestía un gorro de béisbol con la leyenda “Tornemos a EE.UU. gay otra vez” (Make America gay again), juego de palabras con el eslogan de Trump “Devolvamos la grandeza a EE.UU.” (Make America great again).

“Tengo miedo de que Trump revierta muchos derechos que adquirimos”, agregó esta estudiante llegada de Boston, mientras ajustaba la bufanda sobre su nariz y deploraba las violencias del día.

La policía había arrestado a media jornada a 95 manifestantes.

Más temprano hubo enfrentamientos menos violentos entre la policía y varias decenas de jóvenes manifestantes que llevaban abrigos con capuchas y pañuelos negros característicos del grupo Black Block, un movimiento radical y muchas veces violento.

Estos manifestantes ya habían quebrado otras vitrinas y dañado coches.

“Los daños materiales no me molestan”, explicó Scout Holiday, de 21 años, una estudiante de la universidad de Michigan.

“Es lo que pasa cuando la gente entra en cólera, y hay muchas razones para estar encolerizado hoy”.

'Vergüenza'

El resto de las marchas y reuniones durante la jornada de investidura presidencial en Washington fueron pacíficas, puntuadas a veces por insultos y gritos entre ambos bandos.

Sammy Lett, llegado en bus de Wisconsin y envuelto en una gran bandera de arcoiris de la comunidad homosexual, resumió las razones de su presencia en la capital: “Todos los que no son hombres blancos heterosexuales tienen razones para estar preocupados”.

No lejos de la avenida Pensilvania, que une el Congreso a la Casa Blanca, manifestantes anti-Trump bloqueaban el paso de los pro-Trump que llegaron a aplaudir al flamante mandatario.

“Vergüenza, vergüenza”, gritaban los primeros al paso de los simpatizantes de Trump, la mayoría con gorros de béisbol rojos, el color de los republicanos y de la campaña Trump.

“Quiero unir mi voz a todos los que protestan contra el racismo, el sexismo, la opresión en todas sus formas y trabajan por un mundo mejor”, afirmó Nadine Block, una cincuentona de Washington.

Daniel, de 19 años, vino a protestar desde Nueva York contra “la oligarquía” y a “empujar el espectro político estadounidense hacia la izquierda”, explicó, agitando autoadhesivos de Bernie Sanders, el rival derrotado de Hillary Clinton en la primaria demócrata.

A mitad de la tarde, unas centenas de manifestantes aún se enfrentaban a la policía en el barrio que rodea a la Casa Blanca.

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