Tegucigalpa. Reuters y ANSA
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El Gobierno de facto de Honduras quedó más aislado internacionalmente. Ayer, el Régimen interino volvió a rechazar presiones para restaurar al derrocado presidente Manuel Zelaya y se enfrentó con Estados Unidos, su histórico aliado y socio comercial clave.
La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, llamó por teléfono desde la India al presidente interino, Roberto Micheletti, para advertirle que Washington puede cortar su asistencia financiera si se continúa rechazando el regreso de Zelaya. Esta demanda, respaldada por un sinnúmero de países incluido Venezuela, aliado de Zelaya, hizo naufragar el fin de semana las negociaciones conducidas por el mandatario costarricense Óscar Arias.
“Le recordó las consecuencias para Honduras si ellos no aceptan los principios que el presidente Arias formuló”, dijo el portavoz del
Departamento de Estado, P.J. Crowley. Esto podría “tener un impacto significativo en términos de ayuda y consecuencias, potencialmente de largo plazo (…) para la relación entre Honduras y Estados Unidos”, agregó.
Más temprano, la Unión Europea interrumpió ayuda financiera por decenas de millones de euros para la empobrecida nación centroamericana, en lo que fue el primer efecto del fracaso de las negociaciones de Costa Rica.
Pero en Tegucigalpa, el Gobierno de facto cerró filas. “Mi posición es indeclinable”, dijo Micheletti en un acto público. “Queremos demostrar al mundo entero que de repente no tenemos dinero, no tenemos petróleo, no tenemos dólares; pero tenemos una enorme voluntad para poder sostener esta situación”, remató.]
Mientras Micheletti se atrinchera, en la otra acera, en la de Zelaya, reina la confusión. Ayer, unos 400 simpatizantes del depuesto gobernante protestaron contra el golpe frente al edificio del Congreso, custodiado por soldados y policías antimotines.
Los simpatizantes llamaron en un comunicado a los hondureños a concentrarse el viernes, en la frontera oriental con Nicaragua, para recibir a Zelaya. Pero en una muestra de la confusión que rodea al próximo paso del defenestrado Presidente, un asistente de la familia Zelaya dijo no estar al tanto de la versión.
Los manifestantes prometieron subir la intensidad de las protestas, atizando el temor a que la peor crisis en América Central en 20 años ahogue a Honduras en un baño de sangre, un escenario que preocupa a Arias, mediador de las negociaciones.