En los laboratorios del Central Técnico, Carlos Navarrete y Christian Maldonado. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO
A Mayra Tatés le gustaría recibir mayor formación en técnicas de estimulación temprana para bebés y preescolares. También, para tratar a niños con discapacidad. Ella es alumna de cuarto semestre de Tecnología en Desarrollo Infantil Integral del Instituto Sucre, ubicado en San Bartolo, en el sur de Quito.
Este es uno de los 140 institutos públicos que funcionan en el país. Todos, técnicos y tecnológicos, trabajan en una red. Su meta hasta diciembre es reconfigurar la malla de 453 carreras que están vigentes y que no han sido reformadas desde el 2004. ¿Para qué? Para que se ajusten a las necesidades de las industrias y de este modo del mercado laboral.
Tecnologías superiores en producción agrícola, electricidad, impresión offset y acabados, automotriz enfocada en vehículos híbridos. Así como desarrollo infantil integral son parte de las carreras que están en el proceso de repotenciarse.
Estas tienen que ajustarse a la realidad económica e industrial de cada provincia del país. El plan es que los institutos sean vistos como una alternativa de educación superior por los bachilleres. Hoy tienen 26 957 alumnos.
Hasta hace unos años, la mayor parte de institutos ofrecía carreras tradicionales, en temas aplicados a la industria pero también a lo administrativo, por ejemplo contabilidad, secretariado, etc. Lo admite Francisca Herdoíza, secretaria de Formación Técnica y Tecnológica de la Secretaría de Educación Superior (Senescyt). Y cuenta que por eso han levantado estudios de demanda, conectándose con los requerimientos del mercado.
Un ejemplo: el estudio determinó que se requieren 666 profesionales para trabajar en los centros infantiles del Buen vivir, que impulsa el Gobierno. Esa tecnología en Desarrollo infantil se ofrece en los institutos superiores Central Técnico, norte de Quito, y Sucre.
El estudio de demanda también determinó que se necesitan técnicos de seguridad ciudadana y orden público, para satisfacer el déficit de 13 645 nuevos policías; 1 200 se requieren para Azuay. Esto, entre otras carreras analizadas.
Los empresarios del país coinciden que hace falta una formación de tecnólogos centrada en sus requerimientos.
Mauricio Miranda, presidente de la Asociación de Industriales Gráficos, señala que mantuvo reuniones con funcionarios de la Senescyt para configurar una malla curricular y definir un perfil de tecnólogos especializados en el manejo de imprentas offset. A su juicio, en el país había un vacío de personal capacitado en tecnología gráfica y únicamente se trabajaba con empíricos.
Para Fernando Andrade, rector del Central Técnico, otra de las prioridades es que los tecnólogos se capaciten bajo los esquemas de las innovaciones tecnológicas que se desarrollan en las empresas. Por ejemplo, -explica- los alumnos de Tecnología Automotriz ahora se especializan en vehículos híbridos y antes eso no era posible.
El tecnólogo en electricidad Roberto Simbaña, presidente de la Asociación de exalumnos del Central Técnico, cuenta que actualmente sigue cursos sobre las innovaciones en temas de electricidad. No consigue trabajo y asegura que una de las causas es que les faltó actualizarlos en conocimientos.
René Ramírez, titular de la Senescyt, confirmó que han firmado convenios con 118 empresas privadas, para que los alumnos puedan hacer prácticas. Desde el 2013 se implementa la modalidad dual. También, hay un componente relacionado con la pertinencia de una carrera en el territorio.
En Manabí hay industria pesquera y se necesita una formación enfocada en esa actividad. En Azogues (Cañar) funcionan hidroeléctricas y se requiere profesionales preparados en energías renovables. Ayer, en Urcuquí, se inauguró el Instituto 17 de Julio, en Yachay, especializado en entrenamiento deportivo, metalmecánica, química…
Los ajustes y los acuerdos son bien vistos por Marcela Nazareno, rectora del instituto Sucre. Ella pide considerar que las fábricas se han actualizado con la adquisición de equipos y maquinarias modernas. Además, apunta que es importante preparar a los técnicos para “cubrir esos vacíos que se acarrean desde hace años”.