Eduardo Cunha, la bestia herida que lanzó el zarpazo contra Dilma Rousseff

Aunque herido y con menos poder, Eduardo Cunha aún tenía una valiosa carta bajo la manga para sobrevivir en la política brasileña: dar luz verde a un impeachment contra la presidenta Dilma Rousseff.

Después de semanas de suspenso, el presidente de la Cámara de Diputados aprobó este miércoles (2 de diciembre) un pedido de juicio político contra la mandataria izquierdista en momentos en que su propia situación se debilita: es investigado por corrupción en el megafraude contra la estatal Petrobras, por ocultar cuentas en Suiza y por recibir millonarios sobornos del banco BTG Pactual para cambiar una ley. Su cargo está en juego.

El hábil político de 57 años, economista de profesión, ya no exhibía la misma fuerza de hace unos meses, pero aún así sus movimientos eran seguidos de cerca tanto por el gobierno, que quería bloquear la posibilidad de un juicio político, como por la oposición, la cual exigía luz verde.

El exaliado del gobierno que hoy encarna su peor pesadilla mantuvo contacto con ambos bandos en las últimas semanas. Parecía que quería ganar tiempo para seguir vivo políticamente mientras decidía qué piezas mover en su tablero de ajedrez.

“Era imprevisible porque estaba decidiendo qué estrategia aplica para sobrevivir”, señaló a la AFP el analista político Carlos Pereira de la Fundación Getulio Vargas.

“Había ido cayendo en desgracia y su mejor carta era abrir el proceso de impeachment porque así desviaría toda la atención hacia allí”, añadió.

Cunha sabía que la apertura del impeachment agradaría a la oposición, pero quemaría definitivamente todos los puentes con el gobierno y el oficialista Partido de los Trabajadores (PT, izquierda). Aunque esta ecuación tampoco era imbatible: sus vínculos con la corrupción lo debilitaron y la oposición -que quiere asegurar el poder en un eventual escenario post Rousseff- tampoco quiere aparecer tan ligada a un político controvertido.

Un grupo de parlamentarios de izquierda lo denunció ante el Consejo de Ética de la Cámara para pedir su salida y, en paralelo, parlamentarios de la oposición con el prominente PSDB a la cabeza pidieron que Cunha se alejara de su cargo mientras se aclaraba su situación.

Y el astuto Cunha olió peligro.

“Si derribo a Dilma, al día siguiente ustedes me derriban a mí”, le dijo a los políticos opositores, según la prensa brasileña.

'Yo tengo el poder'

Cunha es miembro del centrista PMDB, un partido que se ha aliado al poder con todos los gobiernos desde 1989 tras las primeras elecciones directas post dictadura y es la mayor fuerza electoral de Brasil. La tienda sigue aliada al gobierno, pero no así Cunha y una porción de políticos fieles a él, que se alejaron de la coalición.

Tras liderar la bancada del PMDB por tres años, el político oriundo de Rio de Janeiro llegó a la presidencia de la Cámara a inicios de 2015 tras ganar una pulseada a Rousseff, que promovía a un candidato más afín. Al asumir anunció independencia del Ejecutivo y desató una batalla en un año donde Brasil vio además cómo su economía entraba en una profunda recesión.

Desde su podio este evangélico dueño de más de 150 dominios de internet con la palabra “Jesús” impulsó proyectos conservadores como la reducción de la edad de responsabilidad penal a 16 años o la celebración de un “Día del Orgullo Heterosexual”.

Conoce al dedillo los reglamentos y mueve muchos hilos dentro de la Cámara, donde tiene apoyos entre los parlamentarios de los lobbies agrícola, evangélico y defensor de más libertad para el porte de armas, bautizada como la “bancada BBB”, por “Buey, Biblia y Bala”.

Dio sus primeros pasos en política vinculado al tesorero de la campaña del expresidente Fernando Collor de Melo, quien renunció en 1992 en medio de un juicio de impeachment en su contra por corrupción.

En pleno frenazo de la economía este año, trabó la aprobación en el Congreso de un paquete de medidas de reajuste fiscal enviado por el gobierno y dejó en evidencia el aislamiento de Dilma Rousseff.

Dijo que el PMDB debía tener un candidato propio para las presidenciales de 2018 y él mismo no esconde su sed de poder. Ha sido comparado incluso con el maquiavélico personaje de la serie política “ House of Cards ” , Frank Underwood.

“Él es ladrón, homosexual y asesino. Yo no”, ha protestado.

El diario O Globo lo ha caricaturizado como un brujo revolviendo un caldero humeante sobre el Congreso en Brasilia.

Pero él, con un gesto imperturbable, dejaba el agua correr. Ya había avisado: “Yo continúo con todo el poder para decidir”.

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