El ecuavóley exige un buen estado físico

Redacción Deportes

En Quito se disputa el Campeonato Nacional de Ecuavóley, donde se pueden ver grandes jugadas, mucha flexibilidad y un tremendo despliegue físico. Pero para llegar a este nivel de exigencia, lo ideal es calentarse.

Para empezar, el juego requiere de tres personas: un ponedor (que es quien ubica la pelota para conseguir los puntos), un servidor y un volador. En todos estos puestos se necesita de gran destreza para controlar el balón en cualquier posición.

El servidor debe tener la capacidad suficiente para poder inclinarse ante bolas que caen cerca de la red y que el ponedor no alcanza a controlar. Y a la vez, debe tener el suficiente control para impulsar el balón medidamente para comodidad del ponedor.

El volador, mientras tanto, es quien salva al equipo de las pelotas difíciles, que llegan a los extremos posteriores de la cancha. Su nombre se deriva del hecho que debe volarse para golpear el esférico en cualquier dirección. Así, los músculos se estiran.

Por último, el ponedor se caracteriza por ser cerebral a la hora de definir, pero por sobre todo, por su capacidad de saltar y, a la vez,  inclinarse para salvar puntos.

“Es un lindo juego. Aprenderlo es complicado, pero  solo hasta poder dominar técnicas y soportar el dolor que produce el golpe del brazo con el balón”, comenta Hugo Bermeo, técnico del equipo Clínica Villa Flora, campeón vigente del certamen que organiza la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP).

Este deporte se practica en todo el país, en grandes complejos construidos para este fin, y  en barrios. En Quito, por ejemplo, Chimbacalle, el parque El Ejido, en La Carolina... son los  sectores de mayor concurrencia.

El ingrediente para hacer más emotivo este juego son las apuestas. Los montos van desde un dólar hasta cuanto los deportistas estén dispuestos a poner.
Incluso, hay personas que viven de esta actividad. Ellos recorren ciudades donde organizan torneos para ganar su fama y acrecentar su fama de deportistas.

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