Dos cuadras de la avenida Eloy Alfaro, en el norte de Latacunga, están cerradas desde hace dos meses. 22 personas trabajan en la construcción de un viaducto para descongestionar el tránsito vehicular. La avenida conecta al centro de la ciudad con la carretera Latacunga-Quito.La inversión es de USD 500 000 y está financiada por el Cabildo. Se prevé que las obras concluyan en agosto. El viaducto tendrá dos carriles de hormigón y una longitud de 34 metros. Los accesos tendrán 123 metros. El fiscalizador Renán Lara explica que los buses interprovinciales, buses urbanos y los camiones son los principales causantes de la congestión en la Panamericana, en el tramo que atraviesa por Latacunga. La obra ayudará a mejorar la circulación. El propósito es que los carros que van de Quito al centro de Latacunga utilicen el viaducto para salir a la avenida Marco Aurelio Subía. Hasta ahora, esos carros también circulan por la Panamericana. El mes pasado concluyó la remoción de tierra. Actualmente, se instala el sistema de alcantarillado. El próximo martes se iniciará la colocación del hormigón. La empresa Bueno y Castro está encargada de la obra, que ya registra un avance del 30%.Mientras duren los trabajos, los buses tienen que circular por las calles Flavio Alfaro y Gral. Julio Andrade. Eso afecta a Galo Hidalgo, conductor del bus de la Cooperativa Ciro. Él asegura que para salir de la Terminal de Latacunga hacia Quito es complicado, porque las vías alternas están en mal estado. “Ojalá el viaducto esté listo en agosto, porque la congestión, en este momento, es terrible”.José Peralta, otro chofer de una cooperativa de taxis ejecutivos, dice que los viernes el tránsito aumenta. “Las calles en Latacunga son estrechas. Hay momentos en los cuales la circulación se traba completamente”. A los costados de la Panamericana, hay 20 restaurantes donde se ofrecen las tradicionales chugchucaras. También, hay concesionarios de autos, almacenes de repuestos y lubricadoras. Leonor López es dueña de una tienda. Ella vende queso de hoja con hallullas. Antes de que se inicie la construcción del viaducto vendía, en promedio, 20 quesos y 200 hallullas. “Ahora me compran la mitad. Mientras más carros pasen por aquí, mejor”. Su temor es que una vez que esté abierto el viaducto, el flujo de carros se reduzca por la Panamericana y caigan más las ventas. Para cumplir con el cronograma, los 22 obreros de la empresa Bueno y Castro trabajan a doble jornada. Marco Vásconez informa que las labores se inician a las 07:30 y terminan a las 21:00, de lunes a viernes. Él está encargado de amarrar el hierro con alambres. “Hacemos todo lo posible para que esto se inaugure pronto”.Raúl Molina vive cerca de la zona donde se construye el viaducto. También pide que el Municipio cumpla los plazos. Él tiene un taller de pegado y remachado de zapatas, en la céntrica calle Félix Valencia. “No tengo qué hacer. Tal vez busque otro lugar para instalar mi negocio”. Una opinión similar tienen otras personas, propietarias de negocios en ese sector.