En Santo Domingo, la inseguridad ronda a los estudiantes

El robo de celulares es más frecuente. Los estudiantes secundarios son abordados por los sospechosos en la calle, en paradas de buses y en pasajes. Foto: Juan Carlos Pérez

El robo de celulares es más frecuente. Los estudiantes secundarios son abordados por los sospechosos en la calle, en paradas de buses y en pasajes. Foto: Juan Carlos Pérez

No puede olvidarse sobre lo ocurrido. Carlos B. tiene 16 años y cursa el quinto año de bachillerato en un colegio de Santo Domingo de los Tsáchilas.

Él fue víctima de la delincuencia en las afueras de la institución. Hace dos meses, al salir de clases, dos hombres, de entre 30 y 40, años le siguieron. “No me percaté de su presencia, porque al mediodía muchas personas circulan”.

Al llegar a la avenida principal, donde hay una parada de buses, notó que los desconocidos se le acercaron. Entonces, el bus se estacionó y el joven intentó subir.

Mientras sacaba el dinero del pasaje, uno de los hombres le abrazó por la espalda y le arranchó la mochila.

Carlos B. intentó bajarse, pero el autobús arrancó. “Nadie me ayudó. Algunos compañeros de mi colegio se rieron. Todo fue rápido. No pude perseguirlos”.

Su madre, Carmen M., trató de poner una denuncia en la Fiscalía, pero no tenía pruebas y en la mochila no había objetos de valor. Por eso dice que se abstuvo.

Según Édison Pazmiño, de la Policía de Operaciones de Santo Domingo, asegura que no es necesario tener pruebas para presentar la denuncia. Se lo puede hacer con la versión del afectado. No hay estadísticas reales sobre asaltos a estudiantes, precisamente porque no se denuncia.

En las estadísticas de la Policía Judicial constan 215 robos a personas, en mayo. El año pasado, en el mismo mes, hubo 60. Por ello, según Pazmiño, la Policía ha reforzado la vigilancia.

552 policías custodian las afueras de las escuelas y colegios. “Este fue un acuerdo con la Dirección de Educación para garantizar la seguridad de los menores”.

Eduardo Viteri, director de Educación, dice que los rectores de los colegios entregan una solicitud describiendo la situación y la Policía asigna personal. No hay personal suficiente para que esté en cada establecimiento. Por eso se priorizan los casos.

Cristina R., madre de familia, asegura que los jóvenes también tienen que afrontar otros inconvenientes. Ella envió a su hijo a otra ciudad para alejarlo de una pandilla que, supuestamente, reclutaba a jóvenes en un colegio del centro de la ciudad.

“Me percaté que algo le pasaba porque llegaba tarde a casa. Descubrí que unos jóvenes lo esperaban todos los días en las afueras del colegio. Allí habían dos policías, pero nunca notaron nada”.

Según Cristina R., su hijo recibió amenazas cuando intentó salirse de la pandilla.

Pazmiño aseguró que para alertar a los jóvenes se creó el programa Mi amigo policía en la escuela. Agentes de 51 Unidades de Policía Comunitaria (UPC) dictan cursos a los alumnos, padres de familia y profesores.

Los estudiantes también han cambiado sus hábitos por la inseguridad. Tratan de salir de clases acompañados. Ellos identifican a los delincuentes y las pandillas. Evitan cruzarse en su camino, pero no siempre lo logran.

Punto de vista
Daniel Pontón / Especialista en seguridad ciudadana

‘El estudiante no debe sobreexponerse’

Los delitos como el robo a personas en las calles se agudizan más en las ciudades medianas que son, por lo general, las que tienen un crecimiento demográfico acelerado.

Los sectores de las escuelas y colegios son los más propicios para delinquir, porque los objetos que sustraen son mochilas, celulares y dinero que en su mayoría no sobrepasa un monto superior a los USD 100.

Por ello no se denuncia el robo ante la Fiscalía. Esto hace que la Policía no tenga un registro real sobre asaltos y robos en el país.

Para determinar las cifras reales se pueden elaborar encuestas a una muestra de la población. Allí se podrá comparar los resultados con las estadísticas que manejan las entidades encargadas de la seguridad.

Sin embargo, es importante recomendar a los niños y jóvenes de las escuelas y de los colegios que no se sobreexpongan llevando objetos de valor en la mano o en las mochilas, que no cuenten grandes cantidades de dinero en las afueras de las instituciones y, sobre todo, que estén alerta de las personas que caminan a su lado.

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