Riobamba con una polución de ruido sin remedio

Decomiso de cornetas. El cabo Ramón Durán, de la Policía Ambiental, decomisó los pitos de aire de una volqueta. Foto: Glenda Giacometti/EL COMERCIO

Decomiso de cornetas. El cabo Ramón Durán, de la Policía Ambiental, decomisó los pitos de aire de una volqueta. Foto: Glenda Giacometti/EL COMERCIO

El uso excesivo del claxon, los altoparlantes de los almacenes, los altavoces móviles. Además, el intenso comercio y el rugir de los motores de los 25 000 vehículos que circulan a diario por las calles y avenidas, convierten a Riobamba en una ciudad ruidosa.

Un muestreo aleatorio efectuado por el Centro de Servicio Técnico y Transferencia Tecnológica Ambiental (Cesta) de la Escuela Politécnica de Chimborazo (Espoch) así lo demuestra.

El miércoles 20 de noviembre, los especialistas Álex Andrade y Luis Sáenz instalaron los sonómetros en dos sitios concurridos de la capital de Chimborazo. La primera fue en las calles Primera Constituyente y García Moreno y la segunda en la Olmedo y Colón, en el centro riobambeño.

Los equipos detectaron que el sonido oscilaba entre los 68,3 y 83,3  decibeles, es decir, sobrepasaba lo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que es 65 para las zonas consideradas como residenciales mixtas (sitios de vivienda y de comercio).

“Los valores registrados son elevados, pues solo el motor de un bus produce entre 73 a 75 decibeles, mientras que un claxon alcanza los 83 decibeles. Los resultados le convierten en una urbe bulliciosa, según la tabla de niveles de ruido de la OMS y la escala internacional”, explica Álex Andrade.

Para Andrade, ese ruido altera los nervios de las personas y puede provocar un bajo rendimiento en sus actividades, especialmente porque causa estrés”.

Eso afecta a Mayra Paca, de 22 años. Tiene un negocio en las calles Olmedo y Colón. Dice que desde las 07:00 hasta las 19:00, el sitio es conflictivo. “Hay contaminación auditiva que causa dolor de cabeza, en ocasiones es insoportable”, comenta Paca.

Por este sitio, más de 400 buses  cubren las frecuencias a los barrios, parroquias y ciudadelas de la urbe.

Por ello, los técnicos del Departamento de Ambiente del Municipio de Riobamba, con el apoyo de la Policía de Ambiente, efectuaron un operativo de control de bocinas y cornetas en los camiones y los buses. Se realizó en la vía al cantón Chambo, ubicado al oriente de la ciudad.

Más de 20 dispositivos fueron retirados. Al vehículo del transportista Patricio Coronel, conductor de la Cooperativa Pungalá, le decomisaron el pito de aire. Asimismo, le solicitaron la licencia y la matrícula.

En una ficha recogieron los datos del conductor. “Si vuelve a infringir la Ordenanza de control de ruido será sancionado con una multa de USD 100. Ahora es un  llamado de atención”, dice Galo Cargua, responsable de control de ruido del Municipio local.

En Riobamba, no solo se efectúan controles, también se inició una campaña dirigida a los conductores. Esta se desarrolla los lunes, miércoles y viernes a las 16:00. 

Un grupo de mimos se apodera de la avenida Daniel León Borja y la calle 10 de Agosto. Se trata de los estudiantes del séptimo semestre de la escuela de Ingeniería Ambiental de la Espoch. Ellos se propusieron concienciar a los conductores sobre el daño que causa el ruido.

Juan Sánchez viste un pantalón negro, una camisa blanca y un chaleco gris. Sostiene un cartel con la frase “El ruido también contamina, respeta”. Durante la tarde se  instala en la avenida junto a dos de sus compañeros para alertar a los conductores.

Otros estudiantes recorren el Centro Histórico y lo hacen portando carteles relacionados con la contaminación auditiva. “La gente no se da cuenta que al utilizar el volumen alto y sonar la bocina demasiadas veces contribuye a este mal”.

Punto de vista
Roberto Erazo. Director del Cesta

'Los pitos y los gritos en el centro contaminan más’

En las zonas residenciales, urbanas y comerciales lo tolerable está entre los 45 y 65 decibeles, mientras que para las áreas industriales es de 80, según la normativa universal.

El ruido genera estrés y pérdida progresiva de la audición, esos son los efectos más graves. Según un estudio, los parlantes, los gritos de los comerciantes y los pitos de los vehículos son los que más contaminan el ambiente.

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