El temor por inundaciones es latente entre los habitantes del valle del río Portoviejo. Por las lluvias, que se registran desde hace cinco días en la provincia, los caudales de ríos y quebradas subieron.
Fabián Anchundia reside en el sitio Corre Agua, del cantón Sucre. Este agricultor teme por las crecientes del río Portoviejo. “Sabemos que las lluvias son intensas en la zona de la represa Poza Honda, donde nace ese afluente”.
El pasado fin de semana, la palizada y los lechuguines llegaron a las parcelas de arroz. 200 agricultores están preocupados, porque invirtieron más de USD 300 000 en la siembra de 250 hectáreas de la gramínea.
En cambio, en el cantón manabita Santa Ana, 80 familias de la ciudadela Falcones, ubicada en el ingreso de esta ciudad, temen por el brote de epidemias.
Según la habitante de Santa Ana, Fabiola Calderón, las aguas servidas rebosaron las alcantarillas, por las crecientes del río Portoviejo. “Se está formando un lago de aguas negras en la zona urbana y los mosquitos transmisores del dengue se multiplican rápidamente. Hay que protegerse desde las 18:00, con toldos”.
El coordinador de Gestión de Riesgo de Manabí, Roque Mendoza, descarta una posible inundación, pese a que el caudal del río Portoviejo está creciendo.
Él pide que la población ayude a detectar cualquier anomalía en el comportamiento de los ríos, para poder reaccionar rápidamente en los sitios donde se necesite la presencia de los organismos de socorro.
En Tosagua, la saturación de agua en las lomas de mediana y baja pendientes ha causado hundimientos en poblados como San Roque.
“Hasta una estrecha franja del cementerio, ubicado en el noreste de la urbe, simplemente fue absorbida por la tierra”, dice Fabián Zambrano, vecino de Pitahaya.
El invierno también afectó a las vías en construcción. Por ejemplo, en la carretera La Sequita-Crucita, del cantón Portoviejo, las corrientes de aguas lluvias, que bajaron de las lomas, bloquearon la arteria con lodo.
Los vecinos del lugar retiraban ayer el barro con la ayuda de sus pequeños tractores, que se utilizan para el arado de la tierra. “Si esperamos que llegue la maquinaria estatal tarda mucho, lo bueno es que es un pequeño tramo y lo podemos limpiar”, dice Fabián Zavala, morador de La Sequita.
En el norte de Manabí, en Pedernales, unas 50 piscinas camaroneras se desbordaron producto de los aguajes.
Olas gigantes chocaban ayer, desde las 10:00, en las playas y acantilados de los nueve cantones costeros. Según el Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar), los fuertes oleajes se mantendrán durante dos días.
En las costas de Manta, la prudencia fue evidente, especialmente, en los balnearios urbanos de El Murciélago y Tarqui.