El regreso del tren avivó los recuerdos en Chimborazo

En la estación Riobamba. Los habitantes de las comunidades cercanas participaron en el primer viaje de inauguración. Foto: Glenda Giacometti

En la estación Riobamba. Los habitantes de las comunidades cercanas participaron en el primer viaje de inauguración. Foto: Glenda Giacometti

El paso del tren alteró la tranquilidad matinal de las comunidades indígenas que se levantan a lo largo de la línea férrea recién rehabilitada.

La máquina con colores café y negro se abrió paso por entre las extensas plantaciones de maíz, papas, cebada, trigo y un deslumbrante paisaje andino.

Fue el primer viaje en que la locomotora recorría la ruta ‘Tren de hielo’, promocionada por Ferrocarriles del Ecuador Empresa Pública (FEEP). Esta partió desde la estación de Urbina con dirección a Riobamba. Fueron 35 kilómetros de recorrido.

La antigua edificación roja y blanco está equipada con una cafetería y un refugio donde los turistas pueden descansar.

Además, tiene un museo dedicado al agua. El personaje principal es Baltazar Ushca, el último hielero del Chimborazo. Su historia se cuenta en grandes fotografías.

Esta ruta se denomina Tren del hielo porque atraviesa las faldas del nevado de 6 310 metros de altitud, que ancestralmente fue llamado por los puruháes como ‘dios de hielo’.

El viaje demora una hora y cuesta USD 11. Los habitantes de las 10 comunidades indígenas asentadas en todo el recorrido esperaron el paso del ferrocarril. “No puedo creer que el tren haya vuelto. Es como si volviera la vida”, dice César Espinoza, de 74 años.

Los recorridos en este tramo se cumplen los miércoles, jueves y viernes. Los horarios son a las 08:00, 11:00 y 15:00.

La segunda ruta es Riobamba– Colta, conocida como Ruta de los Ancestros. En los 25 kilómetros, el viajero conocerá la iglesia de Balbanera, el lugar donde se fundó Santiago de Quito, y recorrer la laguna de Colta en lancha.

La remodelada estación de Colta cuenta con una plaza artesanal donde se ofrecen adornos fabricados con la totora. El costo del pasaje es de USD 15. El viaje se hace de jueves a y domingo, en tres turnos: a las 08:00, 11:00 y 15:00.

 
Testimonios

Claudio Cabrera/ Artesano de tejidos

‘Pensé que el tren solo quedaría en recuerdos’

Desde hace nueve años espero una oportunidad como la de hoy. Llegué desde Guangopolo, una parroquia de Quito, para poner mi negocio en la Estación del Tren de Riobamba.

En un inicio pensé que el ferrocarril solo quedaría en el recuerdo. Me parecía irónico que los turistas visitaban este lugar solo para mirar una maqueta con el recorrido hacia la Nariz del Diablo.

Las ventas de mis artesanías apenas eran suficientes para subsistir. Mi bisabuela, Melchora Yánez, me enseñó a tejer en los cedazos elaborados con el pelo de caballo. Esta actividad la aprendí a los 7 años. Con otros artesanos fabricar adornos, relojes...

César Espinoza / Habitante de Riobamba

‘No puedo creer que el tren volvió a Riobamba’

Hace 40 años, la estación del tren de Riobamba era la más concurrida. Cientos de personas llegaban de otras ciudades para viajar en ferrocarril. Eso ayudó a que en los alrededores se desarrollen negocios como hoteles y restaurantes.

El sonido de la bocina nos hacía despertar en la madrugada de cada domingo. En esos tiempos el transporte en tren era la manera más rápida de trasladarse a las otras ciudades como Quito, Ambato...

Cuando se construyeron las carreteras y se popularizó el vehículo, el tren poco a poco perdió importancia. Hace casi 10 años que no he visto al tren. No puedo creer que haya vuelto.

Gregorio Ushca / Comerciante de helados

‘El turista aprende a prepararlos helados’

Preparo los sabrosos helados de paila. Hay de mora, guayaba y tomate de árbol. Son los sabores que más les gustan a los clientes.

Mi hermano Baltazar Ushca, el último hielero del Chimborazo, me provee de los bloques de hielo que los trae del Chimborazo. Nuestro producto se comercializa en la salida de las escuelas de las comunidades, pero las ventas son bajas.

En ocasiones no alcanzan para mantener a la familia. Gracias a Dios con la apertura de las nuevas rutas del ferrocarril conseguimos un sitio para la comercialización. Les enseño a los turistas a preparar los helados y cómo obtenemos el hielo. Mi familia está feliz.

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