En el agro fluminense la llegada de las primeras lluvias genera expectativas. Pero en la balanza puede más la preocupación y la incertidumbre frente a la intensidad con que se pueda presentar el invierno.
En Los Ríos, desde hace dos semanas, los diferentes afluentes comenzaron a crecer considerablemente. “Cuando llueve en las partes altas todos nuestros ríos empiezan a ‘hincharse’. Las primeras lluvias aquí han sido normales”, dice Darwin Valero, habitante de la parroquia Antonio Sotomayor (cantón Vinces).
En el malecón de esa localidad, conocida como Playas de Vinces, Camilo Escobar en cambio se queja que las primeras precipitaciones, y la falta de sol, provocaron que perdiera tres hectáreas de soya. “El año pasado el invierno entró más atrasado y nos dio tiempo para cosechar”.
En Baba, otro cantón fluminense, una fuerte lluvia de cuatro horas, la noche del lunes, provocó que la escuela fiscal Juan Montalvo quedara anegada. A la mañana siguiente las clases se dieron de manera parcial.
Arístides Valencia, conserje del plantel, destacó los trabajos de limpieza del alcantarillado por parte de la alcaldesa Sonia Palacios. “Desde hace dos meses se empezó a limpiar el sistema en todo el cantón y el agua fluyó rápido, pese a la intensa lluvia”.
Glenda Carpio, presidenta del Comité de padres de fa se educan 500 alumnos, se deben levantar obras emergentes.
En el recinto La América (Urdaneta), un enorme árbol de samán se desplomó. No solo mantiene taponado el cauce del río Pijullo sino que, además, dañó parte del camino de tierra que conduce a Guapara.
Jorge Vera, agricultor, dijo que desde el 11 de diciembre cuando se vino abajo el árbol nadie ha acudido a retirarlo.
Piedra Fierro y Martha León, vocales de la Junta Parroquial de Ricaurte, acudieron al sitio y se sorprendieron que aún el equipo pesado ofrecido por el Municipio no hubiera llegado.
En tanto, en Babahoyo, personal de la Unidad de Gestión de Riesgo de Los Ríos trasladó a una familia cuya vivienda colapsó la noche del martes. Seis personas, entre ellos cuatro menores, fueron evacuadas hasta el albergue del Ministerio de Inclusión Económica y Social.
Ellos habitaban una casa de caña en la cooperativa Voluntad de Dios, barrio La Ventura. La vivienda colapsó por su vetustez. Una de sus habitantes, una señora de 75 años, murió de un infarto provocado por la impresión de ver su casa desplomarse.