Más de 50 años en el arte de restaurar

Semanas antes de la Nochebuena, los talleres artesanales donde se reparan figuras religiosas tienen mucho trabajo. Los obreros que allí laboran están concentrados en quitar las imperfecciones de las esculturas de diversos tamaños y que les fueron confiadas por devotos católicos.

Estos luego las emplearán para los rituales de las novenas y de los pases del Niño. En las mesas y en las perchas de madera permanecen figuras, especialmente del Niño Jesús, junto a tarros con pinturas acrílicas, pinceles y pegamentos. Hay también efigies de la Virgen María, San José, los reyes magos y otros personajes del pesebre.

De ese modo, los artesanos preparan a estas imágenes, con un buen retoque, para que sus propietarios puedan comprarles atuendos nuevos.

Esta costumbre de Navidad se mantiene por más de 50 años y permite el sustento de decenas de personas que, con el tiempo, dominaron este arte sin necesidad de ir a la universidad.

Uno de esos talleres, el más antiguo, se denomina Artesanías Azuay. Está situado en las calles Maldonado y Colón. Se trata de una zona antigua de Ambato, donde predominan las construcciones coloniales. Allí se ubicaron estos locales para estar más cerca de sus clientes.

Rafael Heredia, de 67 años, arribó de su nativa Cuenca para radicarse en forma definitiva en Ambato, hace 42 años. Él aprendió el oficio de su padre José, un reconocido escultor de la capital azuaya. “Los primeros meses fueron difíciles. Me comía la camisa. Pero los clientes llegaron. Provenían de las plazas agrocomerciales Colón y Primero de Mayo ”.

Desde entonces restaura las figuras del Niño Dios que llegan sin dedos, brazos, pies, piernas, con una rotura en la cabeza o una quemadura de vela. Las hay de madera, yeso, resina o fibra de vidrio. Igual, Heredia las arregla. Para conseguirlo, este habilidoso hombre sabe mezclar las pinturas hasta conseguir aquella parecida al color de la piel.

En esta labor le ayudan sus hijos Rafael (25 años) y María del Carmen (30). “Restauramos figuras de 3 centímetros hasta de 1,50 metros que están en las iglesias de La Merced, Santo Domingo y la Catedral de Ambato”, comenta Heredia. Cuenta una anécdota: “Un cliente que no conocía me encargó que esculpiera la figura de Satanás. El precio era lo de menos. Obviamente me negué”.

En la misma zona, Margarita Segura es dueña de otro taller, con más de 25 años de antigüedad. Aprendió el oficio de su padre Luis. Sus clientes provienen de los cantones Píllaro, Pelileo, Baños, Patate, entre otros. Para evitar confusiones lleva un registro en un cuaderno cuadriculado.

Allí anotó 537 restauraciones entre noviembre y lo que va de este mes. Por cada trabajo cobra entre USD 5 y 20. “Todo depende del daño que se deba remediar.”

Según ella, estos meses son los más importantes del año para este tipo de artesanos. En esa zona hay más de 50 talleres, unos se exhiben más que otros.

Pero todos tienen sus clientes fijos. El agricultor pillareño Trajano Tixi, por ejemplo, es cliente de Segura desde hace 15 años. “Cuando el Niño requiere un retoque, lo traigo a este taller y le compro su ropita nueva”. La restauración le costará USD 15. Como es costumbre, el cliente deja un anticipo de USD 5. El trabajo se demora entre 8 y 15 días.

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