En algunas localidades de esta región ha llovido menos en enero y febrero con respecto al 2013.
El último sábado, el reloj-termómetro frente al Cementerio General de Guayaquil, centro de la urbe, marcó 35 grados centígrados hacia el mediodía. Esa alta temperatura marca la tendencia del clima en la ciudad y la región costera, caracterizada por escasez de lluvias y una alta sensación térmica.
En las calles porteñas no basta solo con protegerse del sol con una sombrilla, gorro o sombrero. Los vendedores de agua y otras bebidas refrescantes se multiplican.
Según la dependiente de un negocio de helados en la avenida Nueve de Octubre, este mes vende un promedio de 40 unidades diarias más que en enero y febrero. “Hace mucho calor, pero no llueve”, se queja una transeúnte que descansa bajo un árbol en la Plaza Rocafuerte.
Raúl Mejía, coordinador regional del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), explicó que los niveles de calor son los mismos, pero lo que se incrementa es la sensación térmica.
“La temperatura bordea los 33 y 34 grados a la sombra, pero en el exterior es de 3 a 4 grados más. Marzo es el mes más caluroso de todo el año y se ha llegado a registrar 37 grados a la sombra como en el fenómeno de El Niño del 98 que marcó un récord para este mes”.
Los registros del Instituto Oceanográfico de la Armada indican que en los primeros 10 días de marzo en Guayaquil ha llovido 3,9 mm (litro por m2). La cifra es ínfima si se compara con el mismo período de marzo del 2013, que fueron 156 mm.
Esa inestabilidad, según José Luis Santos, coordinador del programa para el Cambio Climático de la Espol, se debe a la variabilidad climática en la Costa. “En enero la gente estaba preocupada porque llovía por encima de lo normal. Pero luego pasamos semanas con lluvias debajo de lo normal. Ese patrón, que vivimos los últimos años, se debe al cambio climático“.
Explica que 10 años atrás, un patrón normal del invierno era aguaceros desde el 31 de diciembre para bajar de intensidad en febrero y marzo, y volver con lluvias fuertes en abril y finalizar a inicios de mayo.
“En enero del año pasado llovió menos que en enero de este año. Ahora en marzo llueve mucho menos. Esa variabilidad hace impredecibles los inviernos y nos da dificultades a las instituciones que estudiamos el clima”, acotó Santos.
Según Raúl Mejía, los veranillos y las situaciones extremas de lluvias muy intensas en pocos días se han vuelto una tendencia. “En marzo del 2011 hubo 21 días de veranillo y a fines de ese mes lluvias fuertes. Ahora van 11 días con ausencia de precipitaciones”.
Las lluvias han decrecido en la cuenca baja del Guayas, no así en las estribaciones de la cordillera. Según el Inamhi ayer, 11 de marzo, luego de 10 días, hubo lluvias en Los Ríos. Tienen registros de Quevedo y Echeandía. También llovió en Manabí.
Mejía explicó que en la cuenca baja del Guayas no hay perspectiva de lluvias las próximas 72 horas. “Sin embargo, se puede dar el efecto de energía acumulada y que en un solo día se descargue lo que no ha llovido en varios días. Hay que tomar en cuenta que, por ejemplo, en Babahoyo llueve el doble que en Guayaquil por estar cerca a la cordillera. Y que en el perfil costero llueve menos”.
Daniel Rojas, director de Gestión de Riesgos de Los Ríos, informó que en donde se presentan lluvias con más frecuencia es en el norte, en cantones como Quevedo, Mocache, Valencia y Buena Fe.
“No hemos tenido zonas inundadas por el desbordamiento de los afluentes aunque se mantiene la alerta naranja en las riberas de los ríos Vinces, Pula y Mastranzal. El año pasado los mayores problemas se dieron a fines de marzo”.
En El Oro, las mayores dificultades por lluvias se han presentado en cantones del altiplano. En Zaruma, Portovelo, Piñas y Atahualpa, los torrenciales aguaceros causaron deslizamientos. Afectó a la infraestructura e incluso la provisión de agua potable.
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