Mar de la Tranquilidad es uno de los recintos rurales de Santo Domingo de los Tsáchilas. 44 kilómetros separan a esta localidad de la capital provincial. Las fuertes lluvias han hecho que los moradores vivan la antítesis del nombre del poblado.
Para recorrer los últimos 14 km, se requiere más de una hora. El invierno acabó de destruir esta carretera de segundo orden.
El camino a Mar de la Tranquilidad empieza en el sector de La Palma, en el km 70 de la vía Alóag-Santo Domingo. Allí hay un desvió hacia el lado occidental. Este también es el ingreso a la antigua vía Santo Domingo–Chiriboga-Chillogallo (Quito).
Uno de los primero sitios peligrosos está a menos de 1 kilómetro del inicio de ese acceso. La razón: la mesa de la carretera está destruida y por desplomarse. En ese lugar, un grupo de obreros y maquinaria explotan una mina de material pétreo, que es utilizado para arreglar otras vías.
Las últimas lluvias aflojaron los taludes y ahora hay constantes deslizamientos de tierra y piedras. Por ello, los vecinos no pueden sacar la leche. Esta zona es conocida por su potencial ganadero. Los agricultores movilizan el lácteo a lomo de mula.
Antonio Pineda produce en su finca 70 litros de leche al día. “La carretera es intransitable. Ahora, este pueblo es más olvidado”.
Marco Chuchuca es otro afectado. Él conduce un camión que recolecta el lácteo, pero su trabajo está paralizado. “No puedo entrar a Mar de la Tranquilidad”.
En la zona se producen 8 000 litros de leche por día, según el ganadero Pineda. Cinco intermediarios se encargan del acopio, en sus camiones.
Para Manuel Escobar, un jubilado quiteño, que se radicó en el poblado, la realidad no ha cambiado desde hace años. “Llueve, se daña la carretera y nos quedamos incomunicados. Todos saben lo que va a pasar, pero nadie hace algo para reducir el impacto”.
Él contó que los niños, para ir a las escuelas, deben construir puentes de caña guadúa, para cruzar las crecientes que corren a lo largo del camino”.
En los últimos 14 km para llegar a Mar de la Tranquilidad hay cuatro sectores por donde cruzan riachuelos. Durante el invierno, estos crecen y la vía se corta.
Hace cinco días creció una vertiente y los vecinos organizaron una minga para evitar que la corriente causara más daños.
“Usamos nuestras herramientas y en los camiones lecheros acarreamos material pétreo”, relató Gonzalo Chapusig, un finquero de este recinto.
Consuelo Collahuazo, una artesana local, aseguró que no tienen servicio telefónico ni señal de celular. La señal de los canales de televisión tampoco llegan. La única forma de dar aviso a las autoridades es cuando algún dirigente sale en los camiones lecheros.
La falta de sistemas de comunicación y vías en mal estado también incide en la salud.
Desde la semana pasada, los moradores rezan para que nadie sea mordido por una serpiente. “Sin un camino para salir al hospital, lo más seguro es que el enfermo se muera, por el tiempo que deberíamos emplear para encontrar atención médica”, añadió la artesana Collahuazo.
Antonio Gil Andrade, director de Desarrollo Territorial del Gobierno Provincial, informó que solicitó al prefecto Geovanny Benítez una ampliación del período de emergencia.
Además, que se contrate más maquinaria para acelerar la reconstrucción de las vías.
Un niño murió en Bolívar
Las fuertes lluvias siguen en Echeandía y Chillanes, en la provincia de Bolívar. Edwin Borja, teniente político de Echeandía, informó que Fernando G., de 6 años, fue arrasado por el río Sibembe.
De acuerdo con la información proporcionada por los testigos, el menor jugaba en una cuneta de la av. Del Magisterio, resbaló y cayó al afluente.
El Cuerpo de Bomberos, la Unidad de Gestión de Riesgos y vecinos del lugar organizaron un operativo de rescate. El cadáver fue hallado en el sector La Piedra, a orillas del río. Red. Sierra Centro