El desabastecimiento de gas se agravó ayer en la Sierra norte. En las afueras de la planta envasadora de Agipgas, en Ibarra, decenas de personas hicieron fila para comprar el carburante. “No nos atienden”, dijo, enojado, Milton Aulestia. En la planta envasadora nadie explicó las razones de la escasez. “No tenemos autorización para dar declaraciones”, aseguró un funcionario, mientras cerraba el pesado portón de metal. Cerca del mediodía llegó un camión cargado con bombonas llenas de gas y se inició la venta. Se registraron forcejeos entre los desesperados vecinos, quienes pugnaban por conseguir el combustible. Fausto Terán, delegado de la Dirección Nacional de Hidrocarburos (DNH), explicó que el déficit de gas es porque se está despachando desde Guayaquil y no desde Esmeraldas. “Eso, porque se realizan trabajos de mantenimiento en la Refinería”. Normalmente, en Ibarra se envasan 130 toneladas diarias, pero en la actualidad la cifra oscila entre 80 y 100 toneladas diarias. “Por eso, no hay suficiente combustible para vender”, dijo Terán. En un comunicado, el Ministerio de Recursos Naturales no Renovables informó que el envío de gas está retrasado para la zona norte, porque ahora es mayor el tiempo empleado para el viaje. Está previsto que desde el lunes próximo se despachen 100 toneladas de gas, cada dos días, desde Oyambaro (Pifo). Aulestia no alcanzó a comprar el carburante. “He recorrido toda la ciudad, pero en ningún depósito venden. Un vecino me prestó un cilindro para preparar la comida para mis hijos”. Ayer, la Intendencia de Policía vigiló la distribución del combustible en 12 sitios del cantón Ibarra. Un grupo de camiones salió desde la planta envasadora, escoltado por policías. La venta se priorizó en los barrios más alejados. Óscar Andrade vive en el barrio La Victoria. El cilindro que acostumbra a tener de reserva ya se vació y ayer buscó gas por toda la ciudad. “Es increíble, pero en estos casos ni el dinero vale”. La escasez también se registró en Carchi. En los principales sitios de distribución se colocaron rótulos con la leyenda: “No hay gas, no insista”.