Una madre se detiene en la pequeña pileta contigua al monumento a Sucre, en la plaza de la Administración, frente al Municipio. Allí toma agua con su mano y refresca la cabeza de su pequeño hijo.
Es mediodía y en Guayaquil el calor es muy intento. Por allí, dos mujeres caminan protegiéndose de los fuertes rayos solares con sendos paraguas. “Había dejado de usarlo pero con tremenda lluvia de hace una semana, y con estos solazos, no dejo para nada mi sombrilla”, comentó Laura López, quien trabaja como secretaria en el sector céntrico.Y es esa irregularidad en el clima, donde la alta temperatura no se ve compensada con lluvias continuas propias de la estación invernal, la que permite que el paraguas siga siendo parte del equipaje de mano en la cotidianidad de los guayaquileños.
Según el último informe del Comité Nacional del Estudio Regional del Fenómeno de El Niño (Erfen), publicado el 15 de abril, las precipitaciones continuarán con intensidad variable en la Costa, con valores superiores a los normales esperados.
Patricio Goyes, director del Instituto Oceanográfico de la Armada (Inocar), dijo que el presente invierno es bastante regular en cuanto a la acumulación de lluvias. Además, que no anticipa que las condiciones empeoren durante el resto del mes.
“Por lo general, en abril llueve más que en los otros meses pero, por ejemplo, en marzo se acumularon 250 mm de lluvias y en lo que va de abril ha llovido 184 mm. Es un poco menos de lo que se espera normalmente. En cambio, en febrero se esperaba que en Guayaquil lluviera 270 mm pero se registraron 400 mm de precipitación”, indicó Goyes,
Para José Luis Santos, coordinador del programa para el cambio climático de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), los patrones irregulares que se presentan en el clima tienen que ver con el cambio climático. “Uno de los efectos de ese cambio climático es que el patrón de lluvias va a ser irregular en la frecuencia de las precipitaciones más que en el exceso o déficit de agua. Es decir, que en uno o dos días se concentre la mayor cantidad de lluvias y hay temporadas en que no llueva nada”, dijo Santos.
Sobre las altas temperaturas que soporta Guayaquil (el promedio de los últimos días ha sido 32 grados), Santos dice que uno de los factores que más incide es la ausencia de zonas verdes, el incremento de construcciones de edificios, el aumento del parque automotor. “Eso, sumado a las condiciones propias del invierno, crea el efecto de la isla urbana de calor, que en el centro puede generar 4 ó 5 grados más de temperatura, en relación a zonas donde hay más vegetación”.
El Inocar pronostica que las últimas lluvias fuertes caerán hasta fines de abril, posiblemente. Goyes dijo que se atraviesa una etapa de transición del fin de la temporada de precipitaciones.
Cuando se registró El Niño en marzo de 1982 llovió 700 mm; en 1997 entre 600 y 700 mm; en el 2002 las lluvias acumuladas fueron de 500 mm, y en el 2008 de 600 mm. En el 2010 llegó a 250 mm, muy por debajo del promedio histórico pero tomando en cuenta que no hubo El Niño.
Santos explica que se mantienen aguas más calientes de lo normal frente a la costa ecuatoriana. Pero no es lo suficientemente grande como para causar cambios significativos en el clima. Además, pronostica que el clima caliente en la Costa se mantendrá 4 ó 5 semanas más.