El Inti Raymi aumenta los gastos en junio

La celebración se replica en Ibarra, Otavalo, Antonio Ante, Pimampiro y Urcuqu. Foto: José Mafla/ El Comercio.

La celebración se replica en Ibarra, Otavalo, Antonio Ante, Pimampiro y Urcuqu. Foto: José Mafla/ El Comercio.

El zamarro de piel de chivo, la camisa y el sombrero pueden llegar a costar hasta USD 500. José Mafla/ El Comercio.

El Inti Raymi o Fiesta del Sol no solo es la celebración más importante de los pueblos kichwas de la Sierra Norte. Es también el festejo más caro.

En Imbabura empieza la programación a partir del 21 de junio, con el solsticio de verano. Sin embargo, los preparativos inician tres meses antes con la compra del vestuario de fiesta, la crianza de gallinas y cuyes y la fermentación de la chicha, para la comida comunitaria.

“Quizá por eso se asegura que los indígenas trabajamos todo el año para el Inti Raymi”, explica Alfonso Morales, presidente de la Unión de Organizaciones Campesinas de Cotacachi (Unorcac).

La festividad en este cantón, que celebra las cosechas de maíz, es una de las más concurridas. Esta semana, por ejemplo, Morales estima que bailaron en la toma de la plaza central de Cotacachi, 8 000 personas de 23 comunidades de la zona rural.

Uno de ellos es Marco Méndez, que llegó de la comuna Piava San Pedro. Como la mayoría luce un zamarro, una especie de pantalón elaborado con piel de chivo y hebillas de metal, que le costó USD 250.

También lleva un sombrero negro de cartón que compró en USD 50. Junto a él bailan sus dos hijos que igualmente usan zamarros de USD 50 cada uno.

Pero los danzantes, que zapatean y silban como parte del ritual, no llegan solos. Les acompañan sus esposas e hijas que arriban cargadas de comida.

Inclusive arriendan garages o terrenos en la ciudad para armar los comedores a los que denominan cantinas. Ahí los agitados bailadores toman un respiro y se alimentan para seguir luego con la algarabía.

Uno de los personajes más importantes de la Fiesta del Sol es el capitán. Se trata de un líder comunitario que ayuda a dirigir a los danzantes. Pero también colabora con la comida y la chicha para los vecinos y amigos de su localidad, comenta Antonio Bonilla, tercer capitán de San Pedro.

El líder calcula que el traje completo de fiesta, incluido una camisa bordada a mano, supera los USD 500. Es por ello que muchos indígenas han optado por comprar los zamarros con anticipación, pagando cuotas mensuales, o alquilando un traje por varios días.

Según Graciela Terán, propietaria de Confecciones Yánez, uno de los tres talleres que elabora zamarros en Cotacachi, hay prendas para todo bolsillo. “Se puede adquirir desde USD 30, fabricados en felpa; de 90 en piel de llama; y de 250 en cuero de chivo”. La artesana asegura que en los almacenes el precio es mayor.

Otros negocios que han tenido mucho movimiento son los locales de alquiler de disfraces.

Humberto Florez, propietario de uno de estos almacenes, asegura que durante junio aumenta la demanda de zamarros y máscaras de ‘Aya Huma’.

La celebración se replica en Ibarra, Otavalo, Antonio Ante, Pimampiro y Urcuqu. Foto: José Mafla/ El Comercio.

El traje completo, por un día, cuesta USD 10. “Es mejor que adquirir uno nuevo, tomando en cuenta que el baile es de apenas cuatro días”.

La celebración se replica en Ibarra, Otavalo, Antonio Ante, Pimampiro y Urcuquí. Igualmente los gastos son altos, señala Rosa Carlosama, líder del pueblo Karanki, de la capital de Imbabura. “Una rama de 12 gallos, un presente que entrega el anterior prioste al nuevo, cuesta aproximadamente USD 180”.

“A ello hay que agregar costos como alquiler de banda de música, cuyo contrato por un día bordea los USD 700”.

Alfonso Morales justifica la inversión explicando que el Inti Raymi es la fiesta principal para los kichwas del norte. “Es la única oportunidad para agradecer al ‘taitasol y a la ‘pachamama’ por los alimentos que nos brinda todos los años”.

Muchas familias incluso se endeudan para poder cumplir con esta celebración, asegura Marco Méndez.

Para solventar los gastos, en varias comunidades indígenas, familiares y amigos ayudan con alimentos o dinero a los padrinos de la celebración. Como parte de la festividad, esta semana se nombrarán a los priostes del próximo año.

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