Imbabura es el paraíso de los helados paila, crema y hielo

En la foto, Javier Muñoz, elabora los tradicionales helados de Rosalía Suárez en Ibarra. Foto: José Mafla

En la foto, Javier Muñoz, elabora los tradicionales helados de Rosalía Suárez en Ibarra. Foto: José Mafla

Si usted no ha saboreado los helados de yuca, queso, chochos, quinua, hobo, limón, mora, guanabana, entre otros, tiene que visitar Imbabura, en el norte de Ecuador.

En esta provincia puede encontrar desde los tradicionales helados de paila de Ibarra, los de crema de Atuntaqui y Caranqui o los exóticos de hielo de Quichinche, en cantón Otavalo.

Quizá por eso, la sabiduría popular dice que visitar la Provincia de los Lagos y no disfrutar de uno de estos bocadillos es como ir a la playa y no tomar el sol.

No hay nada más gratificante que sentir uno de esos bocadillos congelados derritiéndose en la boca, durante un día caluroso. En la ciudad de Ibarra, en donde el termómetro sube hasta los 24 grados centígrados, el helado de paila es la estrella.

Todo comenzó en 1896. Rosalía Suárez, a quien se le atribuye como la inventora de estos manjares, experimentaba con jugo de mora y hielo.

Tenía 16 años. La luz eléctrica aún no había llegado por lo que los trozos del glacial llegaban envueltos en paja, a lomo de mula, desde la cima del “taita” Imbabura. Así rememora Tiberio Vásquez, quien continúa batiendo con una cuchara de palo los zumos de las frutas frescas dentro de una paila de bronce, como lo hacía Rosalía, su bisabuela paterna. El brillante envase, que refleja el sol matutino, está asentado sobre un nido de paja que contiene hielo.

En el centro de Ibarra hay siete heladerías de descendientes de la emprendedora. La mayoría está ubicada entre las calles Olmedo y Oviedo. Ahí se ofrece un promedio de 18 sabores, de frutas de temporada. Los más populares son los de mora, guanábana, taxo, naranjilla, leche, ron con pasas y hobo. El cono cuesta USD 1 y la copa 1,40.

Solo la heladería Rosalía Suárez, de Tiberio Vásquez, vende 800 helados entre sábado y domingo.

Pero los de paila no son los únicos de Imbabura. También son renombrados los helados de crema de Caranqui, en Ibarra, y Atuntaqui, en Antonio Ante . Y los de hielo de Quichinche, en Otavalo.

Refrescos del Pacífico es la heladería más antigua de Atuntaqui. Está ubicada en la esquina de las calles Olmedo y Julio Miguel Aguinaga. Desde hace 47 años atiende María Margarita Posso en este lugar. Ahora de 73 años de edad asegura que fue la primera en producir los mantecados en Atuntaqui. Al inicio se aventuró produciendo 280 helados con sabor a mora, naranjilla, coco y guanábana. Le fue bien. Fue la novedad. Por la compra de un helado María Margarita entregaba un boleto. Con cinco boletos los clientes podían reclamar gratis uno de esos postres frío.

Ahora, con la ayuda de sus dos hijos y sus esposas, continúa al frente de la heladería. Refrescos del Pacífico ha diversificado la producción. Hoy ofrece helados de paila, hielo y crema… que se venden a USD 1 y USD 0,80. Los domingos comercializa 1 500 unidades, asegura.

Para turistas como Patricio Reyes, de Quito, los helados de crema son los mejores del mundo.

Más al sur, en la parroquia de Quichinche, en Otavalo, la heladería Un rinconcito de Salcedo se ha convertido en un imán para los visitantes. Su propietaria, Blanca Erazo, con la ayuda de su esposo, Fausto Montesdeoca, se prepara toda la semana para tener listos los 900 helados que se venden entre sábado y domingo. Cada uno cuesta USD 0,50.

En la ventana del negocio, ubicado en la calle Carlos Jara, hay una lista de los bocadillos con sabores tan curiosos, como helados de yuca, queso, quinua, kiwi, chochos, aguacate… Esos se disputan espacio en seis congeladores con los tradicionales sabores de mora, leche, chocolate, tamarindo… El menú lo han ido ampliando de acuerdo con las sugerencias y experimentos. La emprendedora prefiere no revelar detalles de sus recetas.

“En total ofrecemos 28 sabores. Pero hoy me invento otrito”, bromea Blanca Erazo.

Suplementos digitales