Cada vez que se realiza un viaje a la Amazonía ecuatoriana, la variedad de fauna, flora y paisajes sorprenden. El toque especial le da la aventura de adentrarse en la selva, internarse en las cuevas y tener contacto con especies animales que allí habitan.
En la parroquia de Cotundo, provincia de Napo, se encuentra Huasquila Lodge. Esta hostería ofrece una gama de alternativas para que el turista pase un día inolvidable. Las cabañas ecológicas construidas con madera y cubiertas con paja son típicas de esta zona de clima húmedo tropical.
La aventura empieza con un recorrido por la selva que dura tres horas. José Yumbo, guía, encabeza la caravana. El hombre de tez trigueña y de estatura mediana camina con paso firme y ágil.
Pese a sus 60 años, su habilidad para internarse en los senderos rodeados de árboles y arbustos es envidiable. En medio de la naturaleza los sentidos se agudizan. El caminante escucha con precisión los sonidos de loros, grillos y chicharras. A lo lejos se distinguen inquietos y diminutos pájaros que juegan entre la vegetación.
En medio de la selva, Yumbo se detiene frente a un arbusto verde y frondoso. Es el árbol de la hormiga del limón. Para un turista común esta planta pasaría desapercibida, pero para el guía no. El árbol es parte de los secretos que esconde esta región del país. Es comestible. Se parte la base de las hojas y se comen las tres o cuatro hormigas que ahí habitan. El sabor es ácido, similar al del limón.
El paseo continúa y una leve garúa acompaña el recorrido. El suelo se vuelve lodoso y resbaladizo. Los turistas no se detienen, se internan por serpenteantes caminos y cascadas cristalinas que desaparecen debajo de las rocas.
De pronto llegan a las cuevas de Huasquila o como Yumbo lo llama El saladero de Guanta. El lugar tiene 50 metros de longitud. Sus paredes son húmedas y de piedra. En su interior se observan murciélagos, huellas de guanta, escorpiones, tarántulas y, a veces, hasta pisadas de caimán. El recorrido concluye en una cascada de 10 metros que seduce al visitante. Una suerte de baño de purificación es inevitable aunque se debe tener cuidado porque la caída es fuerte. Hay que mantener el equilibro para no caer.
Los aventureros agotados y hambrientos llegan a la hostería para disfrutar de un exquisito almuerzo. Finalmente, el turista se dirige al zoológico El Arca que se caracteriza por ser un espacio para la recuperación y protección de especies que viven en este ecosistema. La mayoría de especies fue rescatada de manos de los contrabandistas de animales.
Al caer la noche es el turno de sapos, ranas, grillos e insectos, cuya presencia es evidente por los sonidos que emiten. Pero es fácil conciliar el sueño. A la mañana siguiente, es necesario levantarse temprano para ir a la comunidad Wayra Churi. Allí, un chamán espera a los visitantes para hacerles un limpia. En el ritual, con tabaco y hojas nativas, el hombre les habla a los espíritus de la selva.
El paseo termina en las cuevas de Jumandi. Abren sus puertas para que los aventureros se internen en sus pasajes y descubran parte del interior de la tierra.
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Tome en cuenta
Debe llevar botas de caucho, agua, cámara fotográfica, gorra, repelente y también binoculares para observar a los animales.
Se debe tener cuidado porque el suelo es resbaloso y los reptiles (culebras) se ocultan en las ramas y hojas. El guía es un aliado para resolver inquietudes.
El costo varía de acuerdo con las actividades a realizarse. Por ejemplo, si toma el recorrido de tres horas, por las cuevas y cascadas debe pagar alrededor de USD 85. Incluye alimentación, hospedaje y guianza.