Todas las tardes, de lunes a viernes, desde las 16:30, muchas personas se reúnen alrededor de una carreta en las calles José de Antepara y Nueve de Octubre. Un agradable olor invita a acercarse.
Desde hace 19 años, Crucelina Borja es un personaje en la céntrica zona de Guayaquil y mantiene la tradición de comer una hamburguesa en carretilla. Reparte fichas y tiques para atender. Esta esmeraldeña de 48 años dice que “el amor, trato amable y la sazón que ponemos a la preparación de la carne son los principales ingredientes”. Sonríe y sus blancos dientes resaltan en su piel negra.Hace 25 años llegó a la ciudad. Era común encontrar carretillas de venta de hamburguesas y hot dog en cada esquina. “Ahí nacieron Las hamburguesas de la negrita Crucelina. Empecé media cuadra más allá, pero cuando el ingeniero (León) Febres Cordero hizo la regeneración de la 9 de Octubre me reubicó”.
En el sur de Guayaquil, en El Oro y Rosa Borja de Ycaza, las personas entran y salen del local de sánduches El Chino. Los hot dog son la especialidad del negocio fundado hace 35 años por Simón Bolívar Narváez, ya fallecido.
Su esposa Carmen y sus hijos María del Carmen, Joffre y Marjorie, mantienen vigente el nombre de El Chino en cuatro locales. “Mi papá empezó trabajando en el Super Hot Dog, en una carreta en la esquina. Luego puso su propio negocio aquí enfrente. Hay gente de otros sectores e incluso de fuera de Guayaquil que viene a comer”, dice María del Carmen.
Igual que El Chino, en El Capi la variedad de los ingredientes de las hamburguesas y los hot dog son el gancho de clientes. Ambos negocios también ofrecen otro tipo de sánduches. El Capi tiene 16 opciones de hamburguesas y dos de perros calientes.
En la historia gastronómica de la ciudad no está muy definido desde cuándo ingresó esta comida al menú local. El historiador Rodolfo Pérez Pimentel recuerda que cuando era niño, a mediados de los cuarenta, en su casa se comía hamburguesa. “Era un caldo de torreja, palabra española, que en verdad era hamburguesa. Era para consumo en casa, a nadie se le ocurriría venderlo. Lo que se vendía en la calle era la butifarra que era el sánduche de chancho”.
Sobre el hot dog, Pérez dice que por los años cincuenta surgió el perro caliente. Fue en la época que salieron las salchichas vienesas que se vendían en la Salchichería Suiza, en Chile y 9 de Octubre. A partir de allí surgieron las carretillas con un hornito en el que se hervía cebolla con agua y tomate. Hay que tener en cuenta que en EE.UU. no se usaba cebolla sino una salsa alemana de col.
Jenny Estrada, historiadora guayaquileña, dice que estas costumbres se heredaron de la época de los intercambios estudiantiles con Estados Unidos. Fue cuando se fundan las primeras fuentes de soda por los años cincuenta. La primera fue la Monterrey, por la Catedral.
“También es algo que vino en las películas de la posguerra y que la gente asumió esas costumbres como propias”, acota Estrada.
La costumbre se convirtió en un negocio en cadena con la llegada de las firmas transnacionales. Andrés Aspiazu era dueño del Super Burguer, en Urdesa cuando Burguer King Corporation, cadena internacional de comida rápida, llegó en 1981 a Guayaquil.
El empresario guayaquileño había adaptado en su negocio parte de la cultura estadounidense en la venta de comida rápida. Le ofrecieron la franquicia y paralelo al Mundial de Natación en julio de 1982 inauguró su primer local en la 9 de Octubre.
En 28 años en Ecuador Burger King tiene 15 locales: ocho en Guayaquil, cuatro en Quito y tres en Cuenca. Otra transnacional es McDonal’s. Aterrizó en el Ecuador en 1997 cuando se abrió el primer local en el Centro Comercial Iñaquito en Quito.
El grupo Arcgold, presidido por José Luis Salazar, obtuvo la franquicia. En abril pasado McDonald’s abrió su local número 18 en el país, en el Centro Comercial Village Plaza, en vía Samborondón.
Pero Jorge Herrera (65 años) añora aquellos domingos de fútbol a finales de los sesenta en el estadio Modelo, hoy Alberto Spencer. “Por el espectáculo y por los perros calientes que vendían en los bares de la tribuna. Era pan y un chorizo pequeño pero delicioso”.
Así como en el fútbol, otros guayaquileños recuerdan a finales de los sesenta e inicios de los setenta, un hot dog en el receso de un partido de básquet en el Coliseo Cerrado o en el intermedio de una película en el Cine 9 de Octubre.
Esta costumbre se arraigó tanto que hoy en el menú de las fiestas infantiles se ofrece hot dog o hamburguesa a los niños en vez del arroz con pollo.