Las puertas de los locales comerciales de la entrada de Guano están abiertas, aunque hay pocos clientes. En el fondo de cada lugar hay telares vacíos y otros en movimiento.
Uno de los primeros que llama la atención es el de Almacenes Chimborazo. Aquí, dos personas trabajan en una alfombra.
Los dedos de las manos de Segundo Llongo y María Calle se pierden entre los cientos de hilos de lana sintética que formarán una alfombra blanca con dibujos verdes y naranjas.
“De nuestros padres que eran alfombreros, aprendimos nosotros”, comenta Segundo. Pero “ya no hay nadie que quiera trabajar en esto”, agrega su esposa María mientras toma el ‘golpeador’ para bajar lo que ya tejió.
Ambos trabajan para este local en el que se vende un promedio de una alfombra cada mes, según los propietarios.
Una alfombra hecha a mano puede costar entre USD 30 y 300. Las “más baratas” o importadas tienen un valor de USD 20.
Este es uno de los locales de Guano donde todavía se elaboran alfombras de lana de borrego.
Alfonso Allauca tiene otro local. Él hace alfombras de hasta USD 700. “La gente solo viene a curiosear y no compran”, dice después de hablar con tres clientes que no adquirieron nada.
Uno de ellos comentó en voz baja que “solo vienen a ver” antes de irse sin haber comprado.
Aún así, Alfonso asegura que al mes llega a vender hasta USD 1 500, en alfombras u otras artesanías como bolsos y chompas.
Ahora, en este cantón no se pasa de 10 lugares donde se venden alfombras, y solo en dos se elaboran.
Según Hugo Chacha, tesorero de la Cámara Artesanal de Guano señala que esta actividad ha desaparecido porque los que hacían alfombras se dedican a otros oficios como la agricultura o la construcción. Acota que “no hay mercado y al no haber, la gente ya no trabaja” en este campo.
Una situación similar la viven los comerciantes de calzado.
Rogelio Pilco abrió un local donde comercializa zapatos y botas hace un mes y medio. “Solo por fines de semana y feriados es buena la venta. Esos días viene mucha gente de otros lados”.
Las artesanías pequeñas son las que tienen más salida, según Nives Cela, de otro almacén. “Las alfombras que son más costosas de vez en cuando compran”, dice.
Penipe fabrica y exporta calzado a otras ciudades
El uniforme de los estudiantes de los colegios 24 de Mayo, Alvernia, La Salle y La Dolorosa -en Quito- también consta de calzado fabricado en Chimborazo. Al menos así lo asegura, Julián Domínguez, vendedor de Calzado Vinicio, en el cantón Penipe.
Esta es una fábrica donde trabajan entre seis y 21 socios en la elaboración de zapatos, especialmente bajo pedido. Las escuelas y colegios de la capital son algunos de sus clientes. “Aquí hay zapatos que cuestan desde USD 17 hasta 35”, cuenta Julián, quien labora en este sitio desde hace 20 años.
Cuero y gamuza italiana son los materiales que se usan para la elaboración del calzado. Lo que se vende en el almacén y los pedidos suman ventas de hasta USD 200 000 mensuales.
Cecilia Ilbaye trabaja en la fábrica desde hace dos años. “A mediados de agosto ya se debe tener casi todos los zapatos listos”, dice mientras cose el cuero de lo que será un zapato negro. Ella y cuatro personas más producen calzado desde las 08:00 hasta las 16:30.