La vegetación de Valparaíso (Chile) aportó a la rápida diseminación de las llamas. “Hay pinos y eucaliptos, con mucha resina que al incendiarse actúa como gasolina. Alcanzan altísimas temperaturas, más los vientos y las montañas…”.
Esas condiciones explican la magnitud de la tragedia registrada en Chile, como detalla el mayor Fernando Ayala, jefe de la División Forestal del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil.
Aunque la historia de la ciudad Puerto ha estado marcada por los incendios, el mayor Ayala dice que el panorama es diferente. Esto específicamente por la vegetación que rodea a la urbe, típica del bosque seco tropical de la Costa y por la cual se han registrado frecuentes incendios forestales en los últimos tres años.
“Sin embargo, si las condiciones geográficas, topográficas, atmosféricas y el tipo de vegetación coinciden, pueden darse incendios de similares características”, advierte Ayala.
Zonas como cerro Colorado, cerro El Paraíso y el boque protector Cerro Blanco son vulnerables a las llamas durante el verano (entre agosto y diciembre). El riesgo aumenta por la cercanía de ciudadelas y zonas pobladas.
Uno de los más devastadores fue en diciembre del 2011 en Cerro Colorado. Duró siete días y se afectó el 60% de las 345,69 hectáreas de la reserva natural. Al menos 20 años de historia natural se perdieron, como reportó el Ministerio del Ambiente.
Para combatir estas emergencias, la División Forestal fue creada hace dos años. Está integrada por 40 bomberos, varios capacitados en California (EE.UU.), y cuenta con equipos y vehículos especiales.
La semana pasada participaron en una capacitación con la Fuerza Aérea, que adquirió cuatro canastas para portar agua, adaptables a helicópteros (de 1 000, 750, 600 y 500 litros) y una piscina de 12 000 galones para el control de posibles incendios en los bosques de la Costa.