El precio de la tierra en Santo Domingo ha variado con la obra pública que se ha ejecutado en los últimos cinco años.
Fuera del casco urbano, por ejemplo, se podía comprar el metro cuadrado en USD 20, pero ahora llega hasta 100, según los registros de la Cámara de la Construcción.
No son precios oficiales, porque la plusvalía es relativa por una serie de factores, pero permiten entender la variación que ha tenido y su efecto en el mercado, como lo refiere Luis Aguilar, de la Cámara.
Por ejemplo, un lote de 200 metros cuadrados, ubicado en la Cooperativa de Vivienda San Ignacio, se vende hoy en USD 28 000. El lugar está en el sureste de la ciudad de Santo Domingo, a cinco minutos del centro.
Daysi Ordóñez vive junto a ese terreno. Hace cinco años compró el suyo, con similares características, pero a un precio casi seis veces menor. “Me costó USD 5 000. En ese tiempo el barrio era botado. Había pocas casas y mucha maleza. Todo cambió con la vía”.
La santodomingueña se refiere a la avenida Río Toachi, que atraviesa la ciudad y que fue inaugurada en el 2011.
Según Jorge Arias, director de Avalúos y Catastros del Municipio de Santo Domingo, la obra vial ha sido clave para la plusvalía y también para conseguir los servicios básicos.
Eso pasó en la Cooperativa Santa Marta. Ahí una casa de tres pisos esquinera de 800 metros cuadrados se vende ahora en USD 190 000. Pero antes de que se inaugurara la vía Jacinto Cortez Jhayya (hace dos años) el precio bordeaba la mitad.
La plusvalía despuntó también por el uso de suelo. Ha ocurrido -agrega Arias- que en sectores que antes eran residenciales las personas instalaron negocios y en poco tiempo las convirtieron en comerciales. Es el caso de los barrios que atraviesan la avenida Río Leila, inaugurada en el 2012, que están en el ingreso de la ciudad. Ahora hay restaurantes, edificios con oficinas, locales de comida rápida, bares, entre otros.
Este fenómeno es común en Santo Domingo, según el avaluador José Quezada.
La ubicación geográfica y la cultura económica de la población han hecho que el comercio formal e informal sea parte del ritmo de vida. Lo que a su vez genera circulante de dinero.
En el 2012, el Municipio de Santo Domingo hizo una actualización del catastro y los costos de avalúo en función de las zonas. Eso permitió tener precios de los predios, pero -como explica Arias- son solo referenciales, porque el valor comercial resulta de fórmulas que incluyen más factores.
No es lo mismo vender una casa de construcción mixta que una de hormigón armado. Por ejemplo, es diferente ofertar una vivienda cerca de una Unidad de Policía Comunitaria, que junto a una escuela.
Pero Quezada advierte que los precios de los inmuebles no pueden dispararse demasiado, porque el mismo mercado se encarga de establecer techos.
“Las personas pueden pedir una cantidad exorbitante, pero si no hay quien la pague, se verá forzado a adaptarse”.
La casa de la avenida Jacinto Cortez Jhayya no ha podido venderse en los últimos dos años a USD 190 000. El propietario Luis L. dice que la inversión que ha hecho en la vivienda justifica el precio y que no piensa venderla por menos.
Arias afirma que es común que las personas le den un precio más sentimental que técnico a los inmuebles. “Dicen aquí creció mi hijo y por eso cuesta más”. Pero eso no es un valor que se toma en cuenta a la hora de comprar o vender.
Quezada dice que cuando se trata de plusvalía se tiende a identificar ciclos. Los precios suben en un momento determinado, pero luego tienden a regularizarse por la lógica del mercado, como se experimenta en Santo Domingo.
Hace unos 20 años, recuerda el avaluador independiente, hubo un ingreso considerable de extranjeros a Santo Domingo. Ellos demandaron fincas en la zona rural y el precio subió. Pero luego se normalizó, cuando esos ingresos se acabaron.
Ahora hay una inyección de capital de migrantes que han vuelto al país y de empresas que quieren adquirir terrenos grandes en Santo Domingo, por su ubicación estratégica.
Este momento se ha llegado a un tope de precios altos, por lo que se proyecta que luego bajarán, según Quezada.
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