Clavos, martillo, serrucho y algunas tablas están dispersos en el piso del coliseo del Complejo Deportivo del Valle San Rafael.
Jackson Estupiñán bajó de una camioneta varios troncos de madera para construir una covacha, con techo de plástico, en el sitio. A las 10:00 de ayer, con la ayuda de dos familiares empezó a clavar las tiras de madera, formando ángulos, para luego ensamblarlos en una sola estructura.
fakeFCKRemoveA pocos metros, Mary Cabezas también se daba modos para unir las tablas. Su intención era armar un cuarto para pasar los próximos días con sus cuatro hijos.
Estupiñán y Cabezas dejaron sus viviendas en el barrio San Jorge Alto. En ese sector, un hundimiento de la tierra, por la filtración de agua, cuarteó las edificaciones. “Con las lluvias, cada día, aparecen más grietas en los pisos y en las paredes”, dijo Cabezas.
Por esa razón, 26 familias decidieron instalarse en el coliseo. El lugar también está deteriorado: las paredes están cubiertas de polvo, el techo tiene agujeros y en el piso hay agua estancada.
“Nos cortan la luz y el agua potable todos los días”, comentó Carmen Portocarrero.
Los vecinos de San Jorge Alto son parte de las 148 familias que perdieron sus casas en Esmeraldas, Eloy Alfaro y Rioverde. Otras 550 necesitan ser reubicadas.
Por ahora, solo hay el ofrecimiento del ministro de Desarrollo Urbano y Vivienda, Walter Solís, de construir 770 casas para los damnificados por el invierno.
Según el funcionario, las edificaciones serán de 36 m², estructura de hormigón, con losa y proyección para un segundo piso. La inversión será de USD 7 millones y se ejecutará en tres meses.
Está previsto que el conjunto habitacional se levante en un terreno de 10 hectáreas, junto a la vía Esmeraldas-Atacames. Allí ya se construyen 110 casas de ese tipo, para los afectados por los deslizamientos en el cerro El Gatazo.
A pesar del ofrecimiento, la incertidumbre aún ronda entre los damnificados. Estupiñán cree que no se cumplirá. “Pasarán las semanas y seguiremos aquí. Todos los años nos dicen lo mismo y la realidad no cambia”.
Portocarrero también ya perdió el optimismo. Ella asegura que las disputas políticas entre el Gobierno y el alcalde de la ciudad no permitirán que se concrete el proyecto. “Sería bueno que trabajen en conjunto, pero ni siquiera en estos momentos dejan la rivalidad”.