Cuenca celebra un año de la declaratoria del tejido del sombrero de paja como patrimonio inmaterial

Los sombreros de paja toquilla.  Este mercado mueve USD 8 millones al año y emplea a más de 15 000 personas en Azuay y Cañar. Archivo / EL COMERCIO

Los sombreros de paja toquilla.  Este mercado mueve USD 8 millones al año y emplea a más de 15 000 personas en Azuay y Cañar. Archivo / EL COMERCIO

Con un Gabinete Provincial Sectorial, la capital azuaya celebró el primer aniversario de la declaratoria del tejido del Sombrero de Paja Toquilla como Patrimonio Inmaterial del Ecuador. No hubo festejos. Más bien fue un espacio para presentar los resultados de un estudio socioeconómico realizado por el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural sobre esta actividad artesanal.

Se calcula que en el Austro 11 000 personas dependen de la paja toquilla en sus diferentes actividades: venta de la fibra vegetal, tejido, distribución y comercialización del sombrero de paja toquilla. Pero la declaratoria solo trajo ventajas para los exportadores.

Por ejemplo, las asociaciones María Auxiliadora y Tesya, del cantón azuayo de Sígsig, abrieron nuevos mercados en otros países de Europa. Noemí Portilla, presidenta de la primera Asociación, reconoce que esto lo consiguieron tras la nominación de la UNESCO.

Pero ella se lamenta que la situación económica de las tejedoras no mejora. “Perciben ingresos de entre USD 80 y 150 mensuales y por eso muchas personas dejan el oficio”. Otra particularidad es que el sombrero de paja es mejor valorado y demandado por el extranjero. Pocos ecuatorianos lo buscan y adquieren.

Para el gobernador de Azuay, Humberto Cordero, esto debe corregirse. Por eso, trabajan para elevar a política pública una atención integral. “Sino realizamos tareas encaminadas a preservar el oficio y elevar la calidad de vida de las tejedoras, muy difícilmente podremos sostener el título”, dice Cordero.

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