Un par de velas están en la cripta de Octavio Muñoz Amay. Su nicho se encuentra en la primera planta de la Casa de los Arcos, en el Barranco del río Tomebamba en Cuenca. Este es uno de los cementerios ocultos que hay en casonas e iglesias de la ciudad.
Según el guía del Museo de la Catedral Vieja, Danilo León, la costumbre de enterrar a las personas en los templos es una herencia española porque con su llegada a Ecuador hicieron que la gente crea que sepultarse en las iglesias permitía que estar cerca de Dios.
Muñoz Amay fue enterrado en 1973 y está en un lugar importante de la Casa de los Arcos, que data de 1800. Según Karla Herrera, quien labora en esta edificación donde funciona las oficinas de Cuenca ciudad Universitaria, la costumbre de poner las velas, es porque los guardias aseguran que escuchan ruidos y que el alma pena (asusta).
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Imagen de la cripta de la Catedral Vieja, en Cuenca. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO
Otro espacio es la Catedral de la Inmaculada y se baja al cementerio por 32 gradas de mármol. Allí llaman la atención los nombres de las personas que reposan.
Entre ellos el periodista Fray Vicente Solano, el poeta Remigio Crespo Toral y los religiosos Daniel Hermida Ortega, Miguel Cordero Crespo, Eudoxia Alvarado, entre otros. Según el rector de la Catedral, Guillermo Andrade, la cripta estaba destinada para que sean enterrados los hombres ilustres de la capital azuaya que hayan aportado como poetas, sacerdotes, monjas y coroneles.
En la actualidad existen pocos espacios libres. Jésica García, guía turística de la Catedral, señala que esos lugares serían ocupados por obispos.
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Imagen de la cripta de la iglesia de Todos Santos. En el lugar hay más de 80 nichos de religiosas. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO
Las catacumbas de la Catedral de la Inmaculada están abiertas al turismo desde el año pasado. La entrada cuesta USD 1 y personas de la tercera edad y niños pagan 50 centavos.
Otro lugar lleno de historia es la Catedral Vieja. Esta edificación que data de 1568 tiene dos catacumbas. Por medio de una especie de ventana el lugar donde están enterrados sacerdotes de la provincia del Azuay.
Según el guía León, las primeras personas fueron enterradas en 1600. En este sitio también se exhibe unos pocos cráneos. La entrada cuesta USD 1 ó 2.
Un espacio que se abrió recién al público es el cementerio de la iglesia de Todos Santos. Al ingreso al templo, que data de 1924, hay más de 80 nichos de religiosas.
Entre ellas de las fundadoras de la congregación de las madres “Oblatas”, Amalia y María Urigüen, Maclovia Cabrera y Rosario Crespo.
Un dato curioso es también están enterradas las llamadas hermanas domésticas, que vivía en el convento y servían a las religiosas. La entrada cuesta USD 1,50 y USD 2.