Un cálido chapuzón en el páramo de Carchi

Las piscinas son muy concurridas. Los turistas ecuatorianos y colombianos disfrutan de las aguas termales que provienen del cercano volcán Chiles, en la frontera con el país norteño.

Las piscinas son muy concurridas. Los turistas ecuatorianos y colombianos disfrutan de las aguas termales que provienen del cercano volcán Chiles, en la frontera con el país norteño.

Un paraje rodeado de frailejones, chuquiraguas, romerillos y pajonales; así es el complejo termal Aguas Hediondas, a 6 kilómetros al occidente de la parroquia Tufiño, en la provincia del Carchi.

La estrecha vía de lastre y piedra atraviesa paisajes inolvidables, en los que de pronto un conejo gris salta en el pajonal, aparece un venado o un grupo de blancos llamingos. Las tres piscinas se hallan en un terreno de 29,5 hectáreas de propiedad del Gobierno Provincial del Carchi.Su nombre singular se debe al fuerte olor a azufre (similar al huevo cocido) que puede percibirse a 4 kilómetros de distancia.

Las vertientes que alimentan las piscinas salen de las entrañas del vecino volcán Chiles (4 768 metros de altitud), en la frontera colombo-ecuatoriana.

Por eso, no es extraño encontrar decenas de turistas paisas disfrutando de las aguas de tonalidades verdes y amarillas.

“Es el rincón más hermoso que he podido ver en el Ecuador. Es la verdad. Esto vale la pena mostrarse, incluso en el Discovery Channel”, dice la bogotana Janice Ortega. Ella forma parte del equipo que filma ‘Jardín de amapolas’, un largometraje en producción.

El frío del páramo, a 3 450 metros de altura, contrasta con las vaporosas aguas cuyas temperaturas alcanzan entre 35 y 50 grados. La zambullida puede alternarse tomando unos refrescantes jugos en el pequeño bar o en los paseos por el sendero de los frailejones.

La travesía toma una hora y conduce al pie de una de las tres cascadas, que solo son visibles cuando llueve en abundancia. Durante esta caminata se respira aire puro y el viajero se encanta al internarse por la floresta nativa.

Es imposible no fotografiarse junto a los altos frailejones (alcanzan los 2 metros de altura) que se asemejan a los frailes en actitud de contemplación.

Las hojas anchas, gruesas y aterciopeladas, como las orejas de un conejo, son un disfrute para los sentidos. Sus flores amarillas brillan como el oro. La aventura en el complejo Aguas Hediondas es una experiencia reconfortante y saludable (varios letreros explican que las aguas dan energía y estabilizan la presión).

Otro atractivo que no se puede dejar de visitar: las lagunas verdes, localizadas a 7 kilómetros de las piscinas. Estas cuatro lagunas de tono esmeralda están rodeadas de grandes farallones.

Ocupan 8 hectáreas y el diámetro de las más grandes es de 1,5 kilómetros. Se revelan en las estribaciones del volcán Chiles, en un rescoldo de la vía que conduce a Maldonado. Los frailejones y los pajonales predominan en este lugar frío y silencioso.

Para hospedarse

Tulcán es la mejor opción para hospedarse. A lo largo de la calle Sucre, cerca al mercado San Miguel, hay una docena de hoteles y hostales. Las habitaciones sencillas cuestan entre USD 10 y 20 más impuestos.

Aguas Hediondas se encuentra a 40 minutos de Tulcán. En el trayecto se pasa por la parroquia Tufiño. Las verdes colinas y los ríos claros atraen en la ruta. En ese lugar hay un mercado remodelado para saborear los platos típicos de la zona.

Los bocados más deliciosos son la cuajada (un quesillo con miel de panela), la leche fresca recién ordeñada, los caldos de gallina de campo y los secos de carne.

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